Hace algo más de una década que se vaticinaba la muerte del móvil como aparato hegemónico. La irrupción de dispositivos que se llevan puestos (wearables), como relojes, anillos y pulseras, hacían pensar en que el teléfono podría quedarse en el bolsillo como unidad central de procesamiento y acceder a las aplicaciones por otros medios más discretos. La profecía aún no se ha cumplido, pero las empresas tecnológicas mantienen su apuesta por esta idea a través de los anteojos y gracias a la inteligencia artificial (IA). Meta ha presentado este jueves mejoras en su icónica Ray-Ban, nuevos diseños orientados a deportistas (Oakley) así como un modelo Display que incorpora una pantalla en el cristal y se acompaña de una pulsera (Neural Band) para usar el dispositivo con gestos; Google, tras el fracaso de 2013, ha retomado las suyas; y otras compañías, entre las que no figuran gigantes como Apple y Microsoft, por el momento, siguen adelante con sus desarrollos.
La carrera la intentó acelerar en 2013 Google Glass, un modelo que fue retirado dos años después. “Cometimos muchos errores. Ahora el momento es otro, la tecnología es otra y la apuesta es más real que nunca”, admite Serguéi Mijáilovich Brin, cofundador de la multinacional, en la última conferencia anual de desarrolladores. Esa tecnología a la que alude no es otra que la inteligencia artificial interactiva por comandos de voz, lo que permite a las gafas adquirir funcionalidades que antes eran impensables.
Ahora, Google, apoyado por gigantes como Samsung o Qualcomm, ha presentado un prototipo fundamentado en la plataforma Android XR y con Gemini (su IA), que traduce, permite la navegación por internet por comandos de voz, grabar y escuchar, así como una pantalla que ocupa una parte de los cristales.
Xiaomi ya ha presentado su modelo con funcionalidades similares y al gigante chino se han unido otras compañías como Huawei o Snap (Spectacles) y empresas menores como Brilliant Labs (Frame) y Vuzix. Sin embargo, otras grandes tecnológicas, se han replegado. Microsoft ha anunciado el fin de la comercialización de HoloLens y se ha centrado en dispositivos especializados para clientes como el ejército.
El mayor desarrollo presentado en California por el máximo responsable de Meta, Mark Zuckerberg, es la combinación de pantalla y pulsera. Este modelo, que sale primero a la venta en EE.UU. por 799 dólares y llegará a las tiendas de Europa el próximo año, incorpora una pantalla desplegable de forma temporal en el lateral de la lente para consultar mensajes, obtener una vista previa de las fotos, ver traducciones y obtener ayuda de Meta AI sin sacar el teléfono.
La interacción con esta pantalla la permite la Neural Band, una pulsera EMG que traduce las señales de la actividad muscular en comandos para los anteojos, lo que permite controlarlos con movimientos sutiles de la mano, sin tener que tocar las gafas o sacar el teléfono.
La integración de la IA de Meta permite que los tres modelos de gafas (los dos más básicos fueron presentados en Londres durante un acto al que fue invitado EL PAÍS y otros medios europeos) no solo sustituyan a la cámara y los auriculares del móvil, sino que además incorporen un traductor casi simultáneo (con retardo) y tengan capacidad de observar el entorno del usuario y responder a las preguntas sobre este. “Las gafas que entienden nuestro contexto porque pueden ver lo que vemos, oír lo que oímos e interactuar con nosotros a lo largo del día se convertirán en nuestros principales dispositivos informáticos”, afirma Zuckerberg.
Meta confía en las últimas actualizaciones y las mejoras en autonomía y resolución de imágenes, así como en la vinculación a sus redes sociales y a las populares entre deportistas, como Garmin y Strava, mantengan a sus gafas en los puestos de cabeza del mercado, donde la compañía vendió más de un millón de unidades el año pasado.
Los puntos de equipamiento más débiles de los anteriores modelos eran la autonomía de la batería, de unas cuatro horas, y la resolución de las imágenes. En los modelos presentados este jueves se han duplicado sin alterar la forma de las gafas y sin aumentar el tamaño. En video ofrecen grabaciones en 3K Ultra HD y también un modo de grabación a cámara lenta.
Ankit Brahmbhatt, director de producto de Meta, asegura que los nuevos anteojos “desbloquean todo tipo de experiencias y permite compartirla de una forma completamente nuevas”. “Te llevan a un sentido de presencia en conexión con las personas”, asegura para destacar la capacidad de interacción con las redes sociales de la compañía.
Brahmbhatt destaca mejoras en los auriculares y en los cinco micrófonos incorporados, incluso en condiciones de ruido externo, así como en funcionalidades como la traducción o la explicación del entorno visible, que supera un ángulo de visión de 120 grados. Las Ray Ban Meta de segunda generación salen a un precio de 379 dólares y las deportivas Oakley costarán 499 dólares, unos 100 dólares más que las versiones anteriores.
Las gafas responden al comando de voz Hi Meta y, en algunas funcionalidades, como grabar o modificar el volumen de audio, también con interacciones táctiles. Para garantizar la privacidad, los representantes de Meta aseguran que el indicador luminoso externo, que también ha aumentado de tamaño, avisa a terceros de que hay una grabación en marcha, que, si este se manipula, la grabación se interrumpe, y que la IA no se ha habilitado para identificar a personas que entren en el campo visual.
Con los modelos anteriores se multiplicaron los tutoriales para eludir las precauciones de Meta en cuanto a privacidad, algo que la compañía asegura haber corregido. No obstante, advierte: “Siempre habrá personas que intenten encontrar soluciones a esto, pero continuamos monitoreándolo y realizando actualizaciones en la función según corresponda para mejorarla con el tiempo”.