“Dices que siempre estás viajando, pero me estás engañando. Yo sé que tú estás solo (…) Déjalo ya. Sabes que nunca has ido a Venus en un barco”. Era 1983 y la banda española Mecano publicaba su segundo álbum de estudio, ¿Dónde está el país de las hadas? Fue un disco de doce canciones, seis por lado en aquellos tiempos de vinilos y casetes. Y, quizá, contra pronósticos y prejuicios, el techno-pop que había adoptado para hacerse un nombre en la escena musical española tenía algunas cosas para decir, en las entrelíneas de sus ritmos machacosos y los sonidos “súper” sintetizados de ese primer lustro de la década del ochenta.
“Barco a Venus” era el sexto tema de aquella producción que llegó a vender, solo en España, 100.000 copias. Nada mal para una industria que buscaba nuevos rumbos y talentos y dejaba atrás una década con estéticas sonoras completamente diferentes. La tecnología ganaba lugares protagónicos porque lo nuevo tenía un valor extra. La democracia era, también (y por sobre todo), una novedad en España. Hacía apenas seis años que se había vuelto a elegir autoridades a través del voto (las elecciones se realizaron el 15 de junio de 1977) después de 41 años. El “destape” y “La movida” eran algunas de las expresiones más extravertidas de la juventud. Y en medio de aquello, o en realidad, en una ruta paralela, aparecía Mecano, banda formada por los hermanos Nacho y José María Cano junto a la cantante Ana Torroja.
Para ese momento en que España reestrenaba democracia, José María y Ana eran dos adolescentes que andaban noviando. José María se perfilaba como cantautor y Ana lo seguía, haciendo coros. Al tiempo se sumó Nacho (el hermano menor), que había abandonado el grupo Prisma. Cuando el proyecto entró en el radar de una compañía discográfica, desde sus oficinas sugirieron que la voz femenina sería la clave para el éxito de lo que traían entre manos. En realidad, hasta convertirse en Mecano hubo un proceso de transformación que puso rumbo a ese techno-pop que el grupo cultivó hasta mediados de la década del ochenta, subido a la ola new romantic que llegaba de las industrias musicales angloparlantes, especialmente de la inglesa. Luego, hasta su disolución, en 1992, Mecano ampliaría su estética, pero sin salirse de los andariveles del pop.
Mecano había encontrado su sello en la voz aguda de Ana y en las canciones de Nacho, que se amalgamaban perfectamente al sonido sintetizado que había logrado tallar. En ese contexto aparecieron algunas canciones que llamaron la atención, no por lo pegadizo de sus riff o sus melodías amigables, sino por lo que tenían para decir. Era una época de excesos en esa juventud que no tenía registro democrático cercano. Las drogas dejaron a unos cuantos en el camino. De ahí que de los cajones de los Cano salió una canción llamada “Yonqui”, que luego terminó rebautizada como “Barco a Venus”.
Junto a “El ladrón de discos”, el tema “Barco a Venus” era el que sonaba en los “directos” de Mecano cuando todavía no había entrado al estudio a grabar su segunda producción. Para la crítica española de la época, “Barco a Venus” era una rareza dentro de esta propuesta que sonaba más bailable que sofisticada, más pasatista que profunda. Sin embargo, y a pesar de que el sello discográfico CBS no estaba de acuerdo, los Mecano decidieron que “Barco a Venus” sería el primer corte de difusión de ese nuevo álbum, ¿Dónde está el país de las hadas?
De algún modo, no se equivocaron. Si bien muchos no hicieron más que bailar el tema en los conciertos o en alguna discoteca, otros se quedaron pensando adónde apuntaba. “Reflejaba mucho aquellos años en los que las drogas se apoderaron de mis amigos”, dijo Nacho Cano una vez que le consultaron sobre la inspiración del tema. Y no entró en detalles, más allá de que hubo quienes creyeron que había detrás de esa inspiración nombres y apellidos concretos.
Unos años después, el tema enarboló campañas anti drogas. “Barco a Venus” fue el que cerró el evento Música para Vivir, que se realizó en 1989, en el Estadio Olímpico de Barcelona, a instancias de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.
“Sabes que pasas por la vida, sin salir de tu mentira. /Que muchos alimentan y que crece día a día. / La mafia te persigue, y te coge la policía. / Te encierran y te sueltan / Y todos te dicen: Déjalo ya / Sabes que nunca has ido a Venus en un barco”.
Eso era lo que se escuchaba en la voz de Ana Torroja, incluso durante su carrera solista. Porque la cantante también lo ha incluido en sus shows en solitario (Mecano dejó de actuar en 1992 y solo tuvo un fugaz regreso en 1998).
Hubo otros que levantaron el guante, con esta canción. La mexicana Fey la grabó para su álbum La fuerza del destino (2004). Al año siguiente salió En tu fiesta me colé, el disco tributo donde participaron artistas del rock indie español. “Barco a Venus” quedó en manos de Profesor Popsnuggle. Con el paso de los años, la canción fue linkeada a otras causas. La banda barcelonesa Sidone lo versionó para el álbum benéfico Voces X 1 fin: Juntos por Mali, para la construcción de escuelas.
Por otro lado, además de llevar su tema a los escenarios, especialmente en la gira de finales del siglo pasado que hizo con Miguel Bosé, Ana Torroja le dio un nuevo giro al tema, en una versión rumbera, para su álbum de 2006, Me cuesta tanto olvidarte. Ocho años después, volvió a aparecer en el disco grabado en vivo, Conexión, que registró en México, en 2014.
Rodeados de flores
Volvamos al original. Como curiosidad, el segundo disco de Mecano trajo flores en su portada. Además, en el vinilo, la letra de cada tema venía acompañada por la imagen de un compendio de distintas flores. La canción que dio título al álbum era la primera que sonaba y en el arte de tapa estaba representada por orquídeas alevilla blancas. “Este chico es una joya”, en cambio, traía gladiolos y “El amante del fuego” una cala roja. Es curioso que “Barco a venus” estuviera ligada a una amapola, ya que es una flor relacionada a los opiáceos. Claro que la variedad en este caso no tiene una asociación tan directa porque se trata de una papaver rhoeas y no de una Papaver somniferum. De todos modos, no deja de ser curiosa la elección de la amapola roja para esta canción. O simple casualidad.