Cinco años sin Marcos Mundstock: el humor inteligente de Les Luthiers y las hilarantes historias de Johann Sebastian Mastropiero

0
1

Hoy, martes 22 de abril, se cumplen cinco años de años de la muerte de Marcos Mundstock, figura icónica y uno de los creadores de Les Luthiers, consecuencia de una enfermedad que le fue descubierta en febrero de 2019. Tenía 77 años. Fue el tercer integrante de la formación original en partir, tras las muertes de Gerardo Masana, en 1973 y Daniel Rabinovich, en 2015.

“Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, Marcos, nuestro compañero y amigo, finalmente partió. De ahora en más, cada uno de nosotros deberá empezar a transitar el doloroso camino de aprender a convivir con su ausencia”, expresaron por entonces los integrantes del grupo que cambió la historia de la música y el humor en Argentina.

Se cumplen cinco años de la partida de Marcos Mundstock

Locutor profesional, redactor publicitario, actor y humorista, como integrante de Les Luthiers, Mundstock fue sin dudas una de las expresiones más acabadas del ingenio humorístico construido en base a la música y la palabra que interpretaban con instrumentos musicales tan extravagantes como divertidos, desde la desafinaducha, el violín de lata, la guitarra dulce (construida con dos latas de dulce de batata) o el nomeobídet (híbrido entre el bídet sanitario y el instrumento musical organistrum).

Nació en Santa Fe el 25 de mayo de 1942 y llegó a Buenos Aires a los siete años desde aquella ciudad en la que sus padres, inmigrantes de la Galitzia polaca, se habían establecido. Sus progenitores hablaban en yidish y el pequeño Marcos fue varios años a un colegio yidish, el I. L. Peretz, de la calle Boulogne Sur Mer. Allí, aparte de las clases, tuvo sus primeras experiencias como actor infantil.

Sobre su infancia y juventud, Mundstock contó alguna vez: “Yo quería ser aviador, futbolista, amante latino, Tarzán. Y humorista. Nunca tuve una vocación clara (…) A mi papá, que era relojero, le encantaba escuchar los programas de radio de la colectividad italiana. Así conocí a tenores famosos, como Beniamino Gigli y Tito Schipa. Escuchábamos canciones napolitanas, arias de ópera y también cantantes litúrgicos judíos que tenían voces maravillosas”.

Al terminar el colegio secundario en Buenos Aires, comenzó la carrera de Ingeniería (que abandonaría en tercer año) y estudió locución en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER). Simultáneamente, ingresó al coro de Ingeniería, donde conoció a Gerardo Masana y los futuros integrantes de Les Luthiers.

Con Daniel Rabinovich, en España, en 2012

Luego de obtener su carnet de locutor, trabajó un tiempo en Radio Municipal, hasta que tras el golpe militar de Onganía, en 1966, se quedó sin trabajo. Al cobrar los meses que le adeudaban, se compró un piano y comenzó a tomar clases. Poco después descubrió que no tenía la constancia y la paciencia necesarias para tocar ese instrumento. Decidió entonces seguir sólo con sus clases de canto.

Los comienzos de Les Luthiers

Así las cosas, el 2 de octubre de 1967, día del debut de Les Luthiers, se dio el gusto de imitar a los cantantes líricos que había admirado de chico al interpretar una versión libre de Mattinata, de Leoncavallo. De allí en más, intervendría en las parodias operísticas del conjunto.

En 2017, al recibir en España el premio Princesa de Asturias

Desde los inicios, fue uno de los autores más ingeniosos de Les Luthiers, donde pudo canalizar también su vocación por la escritura y el humor. Durante los primeros años escribió casi íntegramente los libretos de sus espectáculos, las letras de muchas canciones y las historias de Johann Sebastian Mastropiero. Cuando leyó en público por primera vez la biografía de aquel imaginario compositor, entre los límites de lo serio y lo absurdo, seguramente no sospechaba que estaba iniciando un ritual que se repetiría durante más de cincuenta años en los escenarios de 14 países.

Si bien su participación como instrumentista era acotada -ha tocado el gom-horn, una especie de trompeta hecha con una manguera y un embudo que intervino en varias obras musicales de Les Luthiers y en el hilarante y absurdo “Recitado Gauchesco”-, su gran aporte era a través de la voz y la palabra como presentador y conductor de cada espectáculo. Se destacaba por relatar los textos introductorios valiéndose de sus dotes de locutor profesional, con esa dicción impecable a la que añadía su toque humorístico personal valiéndose de su voz de bajo, única e inconfundible. Como olvidar su presencia sobre el escenario, frente al micrófono y con su carpeta roja, que cautivaba al público antes de decir una sola palabra, para luego seguir adelante con sus comentarios ingeniosos y sus chistes a la zaga. Cómo no recordar aquellos geniales contrapuntos con Daniel Rabinovich, otra de las figuras clave del humor inteligente que siempre caracterizó al prestigioso grupo.

Les Luthiers en 2017

En 2017, al recibir el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, Mundstock alabó la capacidad del sentido del humor para contemplar las cosas de una manera distinta, lúdica, pero sobre todo “lúcida”, a la cual no llegan otros mecanismos de la razón. “El sentido del humor se aprende y se mejora con el tiempo. Nadie nace riendo”, añadió.

Paralelamente a Les Luthiers, trabajó como locutor de radio, en comerciales de televisión y también como redactor publicitario. En 1974 hizo la voz en off de la película Quebracho; tuvo sus ciclos de TV (el último, Pasado de copas, por Telefe) y fue protagonista en cine: como sacerdote en Mi primera boda, como analista en No soy vos, soy yo y también en El cuento de las comadrejas, la película coral de Juan José Campanella, junto con Graciela Borges, Oscar Martínez y Luis Brandoni, donde interpretaba a un frustrado guionista.

“Mirando hacia atrás, podría decir que hicimos un humor lo suficientemente abstracto y sin localismos para que no tenga fecha de caducidad. Voy a ser inmodesto. Creo que inventamos un estilo. Sin ser una cosa de otro mundo, no nos parecemos a nadie. Chistes con conceptos, ese jugar con las palabras, ahí está nuestra originalidad. Algo eficaz para hacer reír a dos mil personas en un teatro con la historia absurda, por ejemplo, de un tipo que se duerme en la conferencia de un semiólogo”, explicó Mundstock en una oportunidad para resumir el secreto del éxito que los acompañó durante 50 años.

En cualquier caso, su genio y personalidad seguirán asociados por siempre a una sonrisa, como figura icónica y fundacional de Les Luthiers.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí