Hedy Lamarr fue una figura icónica de la época dorada del cine. Dueña de una belleza deslumbrante, que le valió ser llamada “la mujer más hermosa de Hollywood”, tuvo una vida de llena de contrastes. Se casó seis veces, fue protagonista de grandes películas, produjo sus propias cintas y también una inventora pionera: ayudó a desarrollar tecnologías que usamos hoy en día, como los teléfonos celulares. Sin embargo, murió a los 85 años, recluida en su casa de Casselberry, Florida, lejos de los flashes y del glamour que la rodearon en su juventud.
Hedy Lamarr: de Viena a Hollywood
Nacida en Viena en 1914 bajo el nombre de Hedwig Eva Kiesler, Lamarr emigró a Estados Unidos en 1937 tras captar la atención de Louis B. Mayer, magnate de los estudios MGM. Ya en “América”, esta joven de belleza arrolladora adoptó el nombre que la consagraría: Hedy Lamarr.
Según Clickorlando, Lamarr fue abrazada por la comunidad del cine, que la convirtió en un ícono de la era dorada (un período que inició en 1927 y finalizó a mediados de la década de 1960). Aparecía en las portadas de las revistas, que la apodaron como “la mujer más hermosa de Hollywood”, marcaba tendencia y fue usada como inspiración para la Blancanieves de Walt Disney. Sin embargo, ella deseaba ser recordada por algo más que su apariencia.
Disconforme con el trato que Hollywood le daba a las actrices a mediados del siglo XX, con papeles que si bien eran protagónicos estaban plagados de estereotipos que encasillaban a las mujeres, Lamarr rompió con el molde de la industria cinematográfica del momento y produjo sus propias películas: The Strange Woman (1946), Dishonored Lady (1947) y la épica The Loves of Three Queens (1954).
Esa situación poco común no cayó bien en Hollywood. “No recuerdo a nadie, excepto Hedy, que saliera y produjera una película. Era algo muy inusual en 1946″, contó Robert Osborne, presentador de TCM durante mucho tiempo y amigo cercano de Lamarr, en el documental Bombshell: La historia de Hedy Lamarr, quien remarcó que la industria “no lo recibió bien”. “No querían que las estrellas de cine produjeran sus propias películas, especialmente las mujeres”, afirmó.
Una inventora revolucionaria
Más allá de la pantalla grande, Lamarr cultivaba un espíritu creativo y curioso. Durante la Segunda Guerra Mundial, trabajó junto al compositor George Antheil para desarrollar el concepto de salto de frecuencia, una tecnología pensada para guiar torpedos de manera más precisa y resistente a interferencias.
En 1942, ambos recibieron la patente de su invención. Sin embargo, la Marina de Estados Unidos la clasificó como secreta y no la usó hasta años después, cuando su patente ya había expirado.
Décadas más tarde, el salto de frecuencia se convirtió en la base de tecnologías fundamentales como el Wifi, GPS y Bluetooth, que hoy se usan en celulares y otros dispositivos. A pesar de la relevancia de su contribución, Lamarr y Antheil no recibieron reconocimiento ni compensación económica en vida por su invento. Como consuelo, en 1997, a los 83 años, Lamarr recibió el Premio Pionero de la Electronic Frontier Foundation.
El impacto de Hedy Lamarr como inventora fue ampliamente reconocido tras su muerte. En 2014, fue incluida en el Salón Nacional de la Fama de los Inventores.
Un final lejos del brillo de Hollywood
Tras años de protagonismo y exposición mediática, Lamarr decidió llevar una vida más privada. Se casó en seis oportunidades y tuvo tres hijos. Tras separarse de su última pareja, en 1965 decidió que no volvería unirse en matrimonio y pasó el resto de su vida soltera.
Se instaló en una modesta casa en Casselberry, Florida, donde vivió hasta su muerte, casi recluida. Su hija, Denise Loder-DeLuca, comentó que Lamarr había ido a ese estado a visitar a unos amigos y decidió instalarse allí. Murió el 19 de enero de 2000.