Anna Pollier, una profesora de agronomía en el instituto agrícola Gilbert-Martin, en Le Neubourg (Francia), decidió darle un giro completo a su vida con 38 años. Y es que, desde hace un año, vive en una casa de solo 15 metros cuadrados.
Se trata de una tiny house, una vivienda pequeña, móvil y legalmente reconocida como residencia permanente, a diferencia de una caravana. Tras pasarse años viviendo en una casa tradicional, dio un giro radical motivado por el deseo de independencia, sostenibilidad y ahorro.
“Vivía sola con mi perro en una casa de 90 metros cuadrados. En realidad, solo estaba allí para dormir y comer”, recuerda Pollier. El detonante fue cuando le llegó una factura de la luz desorbitada, lo que la llevó a replantearse su estilo de vida. “También quería tener un estilo de vida ecológico y más libertad. Poder moverme cuando quisiera”, explicó. Así fue como decidió embarcarse en la construcción de su propio hogar sobre ruedas.
Una casa a medida y equipada para el día a día en solo 15 metros cuadrados
El diseño de la casa lo realizó la empresa Ma Tiny Normande, ubicada en Heudebouville, cerca de Louviers. Tal como relató en una entrevista al medio local Le Courrier de l’Eure, la vivienda se adaptó a sus necesidades, con soluciones a medida tanto en estructura como en mobiliario. El coste total del proyecto ascendió a 70.000 euros. “Hice traer las ventanas de Italia, porque quería que se pudieran empujar y girar para que circulara el aire. Eso elevó el presupuesto”, explicó.
Aunque la superficie es reducida, Anna asegura que no le falta de nada. “Tengo todo lo que necesito, como si viviera en una casa grande”, afirmó. Su prioridad era disponer de una cocina con espacio, estancia que se ha convertido en el corazón de su hogar. Además, cuenta con baño con inodoro, lavadora, media bañera, cama en altillo, sofá y una red suspendida en la parte superior, lo que permite que puedan convivir hasta seis personas en su interior.
La vivienda se calienta principalmente con una estufa de leña. “Se lo aconsejo. Si no, en invierno no podemos secar la ropa. Con un solo tronco, puedo subir la temperatura a 25 grados durante toda la noche”, contó. Esta solución le permite mantener la casa a una temperatura agradable incluso en los meses más fríos.
“Es una gran ventaja, sobre todo económicamente”
Un año después de instalarse en su tiny house, Anna confirma que está satisfecha con la decisión. “Es una gran ventaja, sobre todo económicamente”, señaló. Actualmente, paga unos 300 euros mensuales por la parcela en la que está estacionada, y sus facturas de agua y electricidad son mínimas. “Tengo una factura de electricidad de 3 kWh, que es el mínimo. Y solo consumo 15 m³ de agua al año”. En comparación, el consumo medio anual de agua por habitante en Francia ronda los 54 m², según datos del Ministerio de Transición Ecológica.
En cuanto a cómo han recibido sus familiares y amigos este nuevo estilo de vida, Anna comentó que “en general, a la gente le parece divertido y guay, todo el mundo se pregunta cómo puedes meter toda tu vida en un espacio tan pequeño”. Sin embargo, admite que no todo es fácil: “Lo más difícil de sobrellevar es el calor en verano”, dijo, y recomendó buscar parcelas sombreadas. También señaló que el orden se vuelve una tarea constante. “Se pasa menos tiempo ordenando que en una casa grande, pero hay que hacerlo más a menudo”.
Para evitar el desorden, diseñó la vivienda con numerosos compartimentos para almacenamiento. Con el tiempo, ha ido adoptando una filosofía minimalista. “Ahora mismo estoy ordenando todo lo que no he usado desde que llegué, solo guardas lo que importa”, confesó.
“Los ayuntamientos no son muy partidarios de las viviendas ligeras”
Actualmente, vive cerca de Beaumont-le-Roger, pero se prepara para trasladar la vivienda a otro terreno entre Le Neubourg y Évreux. El traslado requiere una logística específica: la casa no puede superar las 3,5 toneladas si va a circular por carretera, por lo que debe vaciarse antes de cada mudanza. Es la empresa constructora la que se encarga del transporte, cobrando únicamente por kilometraje y horas trabajadas, lo que representa “unos cientos de euros”.
No obstante, el mayor obstáculo para este tipo de vivienda no es el técnico, sino administrativo. “Hay que solicitar permiso al ayuntamiento para aparcar. En general, los ayuntamientos no son muy partidarios de las viviendas ligeras”, lamentó Anna.
Por ello, propuso que las comunidades locales del departamento de Eure faciliten terrenos adaptados a este estilo de vida. “Tenemos la suerte de tener un constructor aquí, es una pena que no esté más desarrollado”, concluye.