Alexander Barboxa, Thiago Almada, John Textor, Artur Jorge: los nombres de un Botafogo que busca la Copa Libertadores, el trofeo que aún falta en su vitrina

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No estuve aquí el año pasado. Hoy sí que estoy y puedo asegurar que solo veo gente que quiere ganar, que quiere ser campeón”, decía hace apenas un par de semanas Alexander Barboza, cuando su equipo, Botafogo, ya tenía un lugar asegurado en el partido decisivo de la Copa Libertadores y afrontaba la recta final del campeonato brasileño como un líder envuelto en dudas y malos presagios. Los triunfos empezaban a escasear, la ventaja acumulada en puntos disminuía, Palmeiras se acercaba y los fantasmas del año pasado acechaban a O Glorioso.

En 2023, cuando el defensor que pasó por River, Defensa y Justicia e Independiente y jugaba en Libertad de Asunción, el Fogao dejó escapar de manera incomprensible uno de esos títulos que parecían cantados varios meses antes: fue puntero del Brasileirao desde la tercera fecha y llegó a sacarle hasta 13 puntos de ventaja al perseguidor más inmediato, pero el conjunto albinegro se derrumbó de golpe, lo superó el Palmeiras en la 34ª jornada y acabó el torneo en quinta posición. Los hinchas rivales lo tildaron de ser o clube mais pipoqueiro (pecho frío) de Brasil; los más memoriosos recordaron viejas y numerosas derrotas insólitas en momentos clave, y se volvió a hablar de un equipo azarado, es decir, mufa o maldito.

La historia amenazaba con repetirse este año. Otra vez Botafogo se había escapado en la punta -en este caso, con siete unidades de margen-, pero el fin de semana pasado el Verdão paulista le dio alcance y los memes risueños y sarcásticos comenzaron a invadir las redes sociales. Pero el martes por la noche, el conjunto carioca dio el golpe de timón que necesitaba para callar los comentarios malévolos y cargarse de moral para el desafío que le espera el sábado frente a Atlético Mineiro: en el Allianz Parque de San Pablo derrotó 3-1 con claridad a Palmeiras, recuperó la punta y a dos fechas del cierre parece tener, ahora sí, el Brasileirao en el bolsillo.

Thiago Almada relanzó su carrera en Botafogo, tras su paso por la MLS

“Entiendo a los fans, se dijeron muchas cosas, pero desde el plantel les pedimos que nos tuvieran confianza, les dijimos que íbamos a luchar de verdad por ser campeones porque nadie lo quiere más que nosotros”, reafirma Barboza, alguien que conoce en primera persona el significado de las palabras confianza y revancha.

Formado en las divisiones inferiores de River, el marcador central que se platinó el cabello para que sus 192 centímetros de altura destaquen todavía más conoció por partida triple la decepción de la falta de posibilidades en la primera del Millonario. Fue cedido a préstamo a Atlético Rafaela en 2015, cuando todavía estaba en el plantel de reserva. A su regreso, lo invitaron nuevamente a marcharse “para sumar minutos” en Defensa y Justicia. Hasta que a mediados de 2017 y merced a su muy buen rendimiento en el Halcón de Varela, recibió la convocatoria que esperaba: “[Marcelo] Gallardo me llamó, me convenció para que volviera y yo quería estar en River, pero después no me dio confianza, y sin eso, a cualquier jugador se le hace difícil”, confesó a principios de este año.

Durante los seis meses que permaneció en Núñez, Barboza apenas disputó cinco partidos completos, con un triunfo, dos empates y dos caídas (en el sexto, la vuelta de la semifinal de la Libertadores en cancha de Lanús, entró para jugar los minutos de descuento). Tres de esos encuentros fueron en el Monumental y ninguno finalizó con victoria local. En cambio, cuando fue como visitante con la camiseta de Defensa y Justicia se llevó los tres puntos. El sábado volverá a pisar el césped donde siempre quiso dejar su marca: “Para mí era un sueño jugar una final de Copa Libertadores, que sea en la Argentina es un extra”, confiesa, y aunque no lo manifieste, que el partido se dispute en el estadio donde el éxito le fue esquivo es la guinda del postre.

Barboza no será el único argentino vestido con la casaca de O Glorioso en la definición de la Libertadores 2024. El otro, más joven pero con muchas más laureles en su carrera, será Thiago Almada, el motor ofensivo de un equipo que se prepara para vivir un fin de año que, por fin, puede ser acorde con el apodo ganado a principios del siglo XX. El conjunto carioca es el único de los doce grandes de Brasil que nunca levantó el máximo trofeo del continente (de hecho, será su debut en una final); y a nivel nacional no grita campeón desde 1995.

John Textor, el propietario de Botafogo

El pibe de Fuerte Apache que integró la selección consagrada en Qatar 2022 fue uno de los últimos refuerzos fichados por John Textor, el magnate norteamericano poseedor del 90% de las acciones de la sociedad anónima que rige el área futbolística del club. “Cuando él me llamó, me dijo que quería ganar la Libertadores y el titulo del Brasileirao. Eso me motivó para aceptar el pase”, comentó en su momento el campeón del mundo que había dejado Vélez para vivir la experiencia de la MLS en el Atlanta United con la idea de partir posteriormente hacia Europa.

La escala previa y seguramente impensada ha sido Brasil. Se adaptó de manera inmediata y su participación -más notable en el juego que en los números (2 goles y 1 asistencia en 22 partidos)- ha sido imprescindible para que el equipo albinegro esté acariciando lo que sería un doblete inolvidable.

Nadie duda que la gestión de Textor -dueño también entre otros, del Crystal Palace inglés y el Olympique Lyon francés, actualmente con serios problemas financieros- cambió el destino del Botafogo. Luego de tres descensos de categoría en este siglo, el último en la temporada 2020-21, la situación de la entidad era terminal, con deudas millonarias y un futuro que auguraba tempestades aún peores. El propietario del Grupo Eagle saldó la mayor parte del pasivo al asumir el mando en enero de 2022, y provocó la resurrección del conjunto de la bahía de Guanabara.

Artur Jorge, el técnico que quiere darle a Botafogo un logro sin precedentes en su historia

Al regreso a Primera le siguió la gran campaña de 2023, más allá de la frustración final; los fichajes deslumbrantes, como el de Almada o el del habilidoso Luiz Henrique (50 millones de dólares entre ambos); y la apuesta por técnicos portugueses que han dado muy buenos resultados. Si Luis Castro fue el conductor del plantel en el mejor momento del Fogao el año pasado (se marchó a Arabia Saudí en julio para dirigir el Al-Nassr saudí), Artur Jorge le dio el sosiego que necesitaba para no decaer cuando los resultados empezaran a torcerse.

Responsable de la enorme campaña del Braga en su país (3º en la temporada 22-23 y clasificado para la Champions League), Jorge destaca por sobre todas las cosas “la estabilidad emocional” del equipo para explicar su éxito: “Sabemos que nuestra campaña ha sido muy consistente, con un alto nivel de desempeño. Somos un adversario incómodo al que nadie quiere enfrentar. La forma en que los demás juegan contra nosotros demuestra que hemos conquistado su respeto. Ahora solo queda estar fuertes, física y mentalmente, para luchar los tres partidos que nos restan para lograr los objetivos que nos planteamos”, sostiene Jorge, quien pretende seguir los pasos de sus compatriotas Jorge Jesús y Abel Ferreira, ganadores de la Libertadores con Flamengo y Palmeiras, en 2019 y 2021, respectivamente.

Sufridora y nostálgica de un pasado con nombres ilustres como Garrincha, Didí, Nilton Santos o Jairzinho, la torçida del Botafogo llegará al Más Monumental con el espíritu recuperado. La representa un equipo de fútbol atrevido, que se sabe favorito y parece dispuesto a espantar brujas y fantasmas para cerrar de manera triunfal un año que pinta irrepetible.

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