La llegada de los F-16: un hito militar, un discurso crítico de Milei con el kirchnerismo y un vuelo rasante por el centro porteño

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Los aviones F-16 cruzaron por primera vez los cielos de la Ciudad de Buenos Aires

Un hito militar. Un hecho político. Y un encuentro popular espontáneo. La presentación pública de los seis primeros F-16, de un total de 24 que fueron adquiridos por el Gobierno a Dinamarca, combinó esta mañana atípica en Buenos Aires y en Córdoba la recuperación del poder supersónico aéreo, la reivindicación del presidente Javier Milei del valor las Fuerzas Armadas, y una expresión popular espontánea de la gente que fue testigo del primer vuelo de esas aeronaves.

Minutos después de las 8 de la mañana, cuando la luz apenas se filtraba sobre los edificios del centro porteño, un estruendo seco quebró la rutina de la ciudad. Desde la Costanera Norte, seis F-16 daneses —cuatro biplazas y dos monoplazas— aparecieron en formación cerrada en el cielo de la Ciudad de Buenos Aires.

Javier Milei planteó un fuerte discurso político de reivindicación de las Fuerzas Armadas

El recorrido, calculado para dejar una marca visual y sonora, cruzó Plaza de Mayo, Avenida 9 de Julio, el Obelisco y la Plaza del Congreso. Los cazas ingresaron a unos 2.000 pies de altura (algo más de 600 metros) al pasar el eje central de la capital, exhibiendo potencia y velocidad como no se veía desde hacía décadas.

Cientos de personas se reunieron en la Casa Rosada, el Obelisco y la Plaza de Mayo, atraídas por un espectáculo atípico y, para algunos, histórico. Mientras unos salieron a buscarlos, la mayoría se topó con la sorpresa. Hubo aplausos, gritos y muchas banderas y remeras de Argentina. Celulares en alto y asombro por el estruendo.

La Plaza de Mayo se colmó de gente que fue a mirar la llegada de los F-16

El Gobierno había hecho una convocatoria por redes sociales y esas imágenes espontáneas tuvieron un impacto simbólico: la ciudad, por un momento, alzó la vista.

Ese sobrevuelo fue el prólogo de una jornada planificada por la Casa Rosada: el arribo oficial de los F-16 al Área Material Río Cuarto y el acto central liderado por Javier Milei, quien voló de Buenos Aires a Córdoba mientras seguía la operación y preparaba el discurso que reiteraría más tarde: Argentina volvía a tener “ángeles protectores” en sus cielos.

El estruendo de los F-16 se escuchó por el centro porteño, en una mañana atípica de sábado

El acto estuvo encabezado por el presidente, que fue acompañado por el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y los ministros Luis Petri (Defensa), Diego Santilli (Interior), Luis Caputo (Economía) y Pablo Quirno (Cancillería), entre otros, y los jefes de las tres Fuerzas Armadas y el Estado Mayor Conjunto.

En Río Cuarto, el clima fue diferente: menos sorpresa, más expectativa. Vecinos acostumbrados a la presencia militar se acercaron desde temprano para ver el arribo de los cazas y la llegada del Presidente. Familias, banderas argentinas, mate y veteranos de las Fuerzas Armadas se mezclaron en una escena donde la curiosidad tenía un tinte emotivo. La pista se alistó para el recibimiento y el desarrollo del acto oficial.

El Presidente arribó a Las Higueras, en las afueras de Río Cuarto, cuando los aviones estaban surcando el cielo porteño. Milei eligió el evento como doble plataforma: destacar la magnitud histórica de la compra y enviar un mensaje político interno con elogios, reproches al kirchnerismo y definiciones estratégicas.

Los seis F-16 hicieron un vuelo rasante sobre la Ciudad de Buenos Aires

Insistió en que la llegada de los cazas representa la recuperación del poder supersónico de la Fuerza Aérea, una mejora insoslayable tras décadas de dependencia de flotas antiguas con capacidad disuasiva limitada. Es que los míticos Mirage que pelearon en la Guerra de Malvinas ya son historia.

Milei apeló a la épica militar: habló de “ángeles protectores”, “custodios del espacio aéreo argentino”, de un país que “se toma en serio a sí mismo” y de un Estado que respeta nuevamente a sus Fuerzas Armadas. Los aviones cazas, detenidos tras el escenario, reforzaron esa narrativa de reivindicación, mientras el Presidente apuntó contra las administraciones anteriores peronistas.

La noción de “restitución” fue transversal a toda la jornada. Milei sostuvo que las Fuerzas Armadas fueron “destratadas durante décadas” por “intereses ideológicos y partidarios”, una responsabilidad que adjudicó directamente al kirchnerismo. Señaló que los gobiernos previos desfinanciaron la defensa, demonizaron a los militares y degradaron el vínculo con la sociedad civil. Presentó la compra de aviones como la consecuencia de un “giro histórico” y una reivindicación del rol de las Fuerzas Armadas en la vida nacional.

El Presidente dedicó varios tramos a la crítica al kirchnerismo y lo acusó de usar la memoria de la última dictadura para obtener rédito político y crear un clima en el que las Fuerzas Armadas quedaron como enemigos internos antes que como instituciones profesionales. Propuso una definición de soberanía basada en el crecimiento económico y la capacidad militar: “No hay soberanía sin prosperidad económica y sin fuerzas capaces de defenderla”, afirmó. El objetivo es impulsar una idea de soberanía anclada en la capacidad real de disuasión.

Los seis aviones F-16, volaron en formación por sobre la Plaza de Mayo

En ese contexto, los F-16 pasaron de ser simples aviones a constituirse en símbolo político: máquinas que refuerzan una visión de país, alineado con potencias occidentales y capaz de “hacerse respetar”. Milei evocó el pasado argentino y ubicó la compra de los cazas como el primer paso hacia la recuperación de esa grandeza, uniendo pasado y futuro en una misma narrativa.

El acto también incluyó la transición en el Ministerio de Defensa. Luis Petri, uno de los ministros del Gabinete más elogiado por Milei, dejará su cargo para asumir como diputado nacional. Milei sostuvo que la adquisición de los F-16 era “su legado” y elogió su desempeño como “notable”, pero aprovechó para justificar la designación del teniente general Carlos Alberto Presti como sucesor. Defendió el nombramiento, desestimando críticas “infantiles” y resaltando la idoneidad profesional y la integridad moral de Presti. Diferenció estos valores de “la casta política” y presentó el cambio como profesionalización, no como un retroceso.

Mientras Milei desarrollaba estas definiciones, los aviones permanecían de fondo. La compleja travesía comenzó el 28 de noviembre en Vojens, Dinamarca, con escalas en Zaragoza (España) y Gando (Islas Canarias), y el cruce del Atlántico con apoyo de aviones cisterna KC-135 Stratotanker de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Tras aterrizar en Natal, Brasil, la flota completó el tramo final a Río Cuarto. El grupo estaba compuesto por cuatro F-16BM, dos F-16AM, un Boeing 737 T-99 “Islas Malvinas” y un KC-130H en tareas de rescate.

Así se lo vio a los primeros seis de 24 aviones F-16 adquiridos por el Gobierno a Dinamarca

El Ministerio de Defensa relató en detalle el operativo durante los días previos, remarcando la magnitud logística y la cooperación internacional. La compra constituye la primera entrega de un total de 24 aeronaves dentro de un plan de modernización que el oficialismo quiere convertir en bandera de gestión. Para el Gobierno, el regreso del poder supersónico trasciende lo técnico: es un mensaje geopolítico, una señal de alineamiento estratégico.

En Buenos Aires, la reacción popular espontánea fue leída por el Gobierno como expresión de respaldo ciudadano. Funcionarios y cuentas oficiales difundieron las imágenes de vecinos observando el vuelo, celulares en alto, reflejando una conexión con valores de orden, seguridad y orgullo nacional. Aunque no se trató de una movilización organizada, el oficialismo capitalizó el episodio en medio de un clima político tenso.

En Río Cuarto, los vecinos se reunieron en los accesos a la base militar. Familias y curiosos se acercaron a presenciar una escena infrecuente: los cazas, con matrículas danesas aún visibles, sintetizaban la modernización tecnológica de la Fuerza Aérea y la continuidad histórica de la actividad aeronáutica en la región.

El acto tuvo un tono general de reivindicación. Tras años de escasa atención pública sobre temas militares, la llegada de los F-16 devolvió el foco al debate sobre la defensa nacional. Milei aprovechó el escenario para reafirmar su premisa: un país soberano requiere un sistema de defensa robusto y una economía que lo sustente. El evento articuló discurso político, demostración técnica y presencia popular, en lo que el Gobierno considera un evento paradigmático.

Los aviones sobrevolaron la Ciudad de Buenos Aires y volvieron a Córdoba

En el cierre, Milei reincidió en la mística libertaria: habló de “la fuerza del cielo”, de la protección divina, del destino histórico argentino. Una mezcla de retórica religiosa, épica libertaria y relato fundacional que buscó dotar de trascendencia a la jornada, con los F-16 como símbolo de una nueva etapa.

Cerrada la ceremonia, los aviones quedaron listos para su integración plena a la Fuerza Aérea Argentina. Técnicos iniciaron tareas de puesta a punto y las conversaciones y comentarios persistieron en el exterior. En Buenos Aires, los videos del vuelo seguían circulando; en Río Cuarto, las familias empezaron a retirarse. En ambos sitios había una sensación compartida de excepcionalidad.

Para Milei, la jornada sirvió como consolidación de varios frentes: fortaleció su alianza con las Fuerzas Armadas, profundizó la disputa con el kirchnerismo, fijó su definición sobre la soberanía. Los aviones —su velocidad, su historia y su potencia— se convirtieron en puente entre política y sociedad, escenario que el Gobierno aspira a repetir.

Al final del acto, cumplido el objetivo oficial, la Argentina exhibió su renovada capacidad militar y el Estado reivindicó la mirada hacia el cielo como espacio estratégico.

Fotos: Gustavo Gavotti

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