Gabriel Solano, en La Entrevista Informal: “El pibe que roba en una esquina es víctima y victimario a la vez”

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El dirigente del Frente de Izquierda, Gabriel Solano, quien encabeza la lista de candidatos a diputados nacionales junto a Myriam Bregman para las elecciones legislativas, participó de una nueva entrega de La Entrevista Formal. Este formato, que conecta a jóvenes con los principales candidatos de los distintos espacios, se realizó en colaboración con UNICEF.

Durante la charla, el candidato por la Ciudad de Buenos Aires (CABA) cuestionó duramente la actual ley de ESI, denunció la complicidad policial en la Provincia y fue contundente sobre la baja de edad de imputabilidad: “¿Después la bajamos a doce? ¿Y a once? ¿Alguien piensa que un pibe de catorce años está leyendo el Código Penal? Es insensato».

“El problema del delito no es el pibe que está en una esquina que le roba a uno que pasó. El pibe es, a la vez, victimario y víctima de la situación”, sostuvo.

En esta entrega, participaron: Emilio Ticlia Reyes, Theo Girardín, Abril Perazzini, Clementina Di Bitonto Vallejo, Elías Ivanoff, Jazmín Llorente, Lautaro Ezequiel Carranza, Maia García, Mía Cancela y Mora Caamaño.

Gabriel Solano es legislador porteño y compite por una bancada de diputado nacional

— Mora: Teniendo en cuenta el contexto que estamos viviendo, ¿qué prioridad piensa darle en sus propuestas a la salud y a las personas con discapacidad?

— Es un tema de actualidad. Todos estos días a mí me tocó estar bastante en el Congreso acompañando a todos los colectivos de personas con discapacidad y a las personas que los atienden, sean las familias, pero también a los trabajadores. Entonces, un apoyo muy grande porque han demostrado realmente templanza para defender un reclamo que es justo y creo que hay un acompañamiento social. Tenemos que dar lo que están pidiendo. Es imposible admitir que una persona, por ejemplo, un psicólogo que atiende a chicos con autismo gane 300 mil pesos por cuatro horas. Creo que es un trabajo que requiere otro tipo de retribución. Es algo indigno. Hace que mucha gente tenga que renunciar a ese trabajo y buscarse otro. Por lo tanto, eso implica también afectar las prestaciones para las personas que tienen discapacidad.

Dejame tocar un tema de fondo. Que las personas están en condición de discapacidad es un concepto muy relativo, porque todos tenemos discapacidades. ¿Quién está capacitado para todo? Nadie. Todo el mundo tiene algún tipo de discapacidad para algo y capacidad para otras cosas. En un régimen económico distinto al que tenemos ahora, que es una planificación de la economía, todo el mundo puede hacer un aporte productivo a la sociedad. Alguien puede tener, por ejemplo, algún tipo de discapacidad visual, pero puede trabajar de otra cosa. Entonces, en un régimen de otro tipo, donde se planifica la economía, se planifica la organización social, todas las personas hacen una contribución al desarrollo social general. En algún margen, un sector minoritario de personas con discapacidad, por una cuestión mucho más grave, puede no tener un trabajo productivo. Pero la mayoría sí. Una persona que está en condición de discapacidad y tiene más recursos, seguramente la pasa de una manera mucho mejor que quien no los tiene.

El legislador participó del ciclo La Entrevista Informal que Infobae organizó junto a UNICEF

— Mía: Te quería preguntar sobre cómo el sistema educativo universitario debería manejarse hoy en día.

— Ustedes saben que con la universidad hay un gran conflicto, porque el Gobierno está haciendo un ajuste muy fuerte. Yo milité mucho tiempo en la universidad, fue mi primera forma de militancia. El Gobierno este le ha declarado una guerra a las universidades públicas y todo el tiempo está tratando de armar una especie de oposición entre la sociedad y su universidad, ¿no? Como que si hay presupuesto para determinada carrera, ese presupuesto se banca con el esfuerzo de un trabajador que no puede ir a la universidad. Es una forma medio maniquea de presentar el asunto. El Gobierno quiere hacerle creer eso a la sociedad, que el laburante que no va a universidad financia un grupo de parásitos estudiantes que producen algo que no tiene un beneficio social general. Y yo creo que no es así. Por ejemplo, si uno toma la investigación que realizan las universidades públicas, es relevante para la sociedad. Desde ya que, en una sociedad donde tengamos mayor cantidad de estudiantes universitarios y de egresados universitarios, contribuye a la elevación cultural y productiva de ese país. Es más, voy a decir algo que en general no se comparte, pero yo estoy seguro de eso. Prefiero que haya un estudiante que ingrese a universidad y no se reciba a que un estudiante que no ingrese a universidad. Alguien que hizo tres años de universidad sabe más que quien no fue esos tres años a la universidad. Alguien que hizo el CBC en el caso de la Universidad de Buenos Aires y dos años más, tiene más conocimiento que luego lo va a aplicar al conjunto de su vida, sea al trabajo, sea a la vida social. Entonces, hay que promover eso.

La universidad no deja de ser clasista. Aunque sea gratuita desde el punto de vista que uno no paga una matrícula, el tiempo es plata. Si yo voy a la universidad, ese tiempo lo estoy trabajando. Tengo que viajar para ir a la universidad, tengo que comprar material de estudio, y es cierto que la mayoría de los egresados universitarios no son de los sectores más populares del país. Entonces, también deberíamos promover un sistema de becas que permita que el conjunto de la juventud pueda ingresar a universidad y que eso no esté condicionado socialmente. Quien tiene que laburar catorce horas para mantener a su familia, difícilmente pueda hacer una carrera universitaria. Dicho esto, se requiere un presupuesto de otro tipo y también se requiere que la universidad forme parte de un plan. Acá vuelvo a una planificación social, porque lo que se estudia y la aplicación de la investigación universitaria tiene que estar a disposición de qué plan tenemos para el país. Si Argentina necesita, por ejemplo, un plan de renovación industrial, que la universidad produzca personal calificado. Solo un país que va para atrás ataca su sistema universitario, ¿no? Yo soy muy crítico de todo el régimen político chino, pero China hoy tiene más ingenieros que Estados Unidos. Si uno tiene como proyecto político para el país su desarrollo industrial, su desarrollo productivo, su crecimiento social, no puede prescindir de la universidad.

— Maia: A partir de lo que fue el streaming del CONICET que tuvo una gran repercusión, ¿cuáles son las medidas que vos proponés para apoyar los proyectos de investigación científica?

— El CONICET es importante porque hay una campaña de estigmatización del mileísmo. “Mire usted, que es un camionero que nunca leyó un libro, con los impuestos que paga está financiando a unos sociólogos de CONICET que investigan el ano de Batman”, cosas por el estilo; queriendo vulgarizar la investigación científica, por ejemplo, las ciencias sociales. Yo considero muy reaccionario oponer a un laburante que, por su condición de vida, por su historia, nunca pudo acceder a universidad, diciendo: “Vos laburás toda tu vida y financias a este vago que no contribuye en nada a vos, a tu familia o al desarrollo social”. Y es falso, es completamente falso.

Argentina es un país fuertemente en crisis desde el punto de vista productivo. Parece que dependemos exclusivamente de la exportación de petróleo, de la exportación de gas, todo esto es Vaca Muerta, de la exportación de productos primarios de la Pampa Húmeda y de la exportación de minería. Todos procesos sin valor agregado, es decir, sin desarrollo industrial. Uno se imagina que tenés un país con una fuerza de trabajo descalificada, salvo una pequeña porción. Entonces, ¿para qué quiero universidad pública? ¿Para qué quiero CONICET si no pienso tener ningún plan de desarrollo de Argentina? En cambio, en un país que requiere industria, que requiere ciencia, que requiere industria metalúrgica, siderúrgica, revolucionar los medios de transporte, las comunicaciones, ¿cómo no vas a tener un centro de investigación científica del Estado en el cual las prioridades no estén dadas inmediatamente por el lucro privado?

En general, toda la industria privada que tiene su propia ciencia, su propia investigación, no desarrolla una investigación primaria importante. Se valen del conocimiento que genera el sistema universitario. Esto vale para Argentina y para el mundo o los CONICET del mundo. Y una vez que toman ese tipo de conocimiento, lo aplican y producen determinado desarrollo que le da un beneficio. Pero sin universidad pública y sin centros de investigación estatales, ningún país va a funcionar. El ataque a la universidad pública y al CONICET, también da cuenta de que Milei quiere un país pedorro. Un país basado en productos primarios, de una exportación primaria, sin un proceso de industrialización, por lo tanto sin una fuerza de trabajo calificada. Todo eso tiene un correlato luego en el conjunto de la vida social.

— Jazmín: Ahora estamos pasando por una pandemia o epidemia de sífilis. Yo quería saber cuál es tu postura en torno a la ESI y qué propuestas tenés.

— La ESI me parece que es clave. Antes de la ola verde que conquistó el derecho al aborto, el gran tema de los colegios secundarios de la ciudad era el reclamo de la ESI. Yo lo sé porque integro la Comisión de Educación de la Legislatura y es mi segundo mandato. Fui a todos los colegios mil veces y me di cuenta que era el reclamo más importante. La ESI es un tema clave, porque plantea para las pibas, para los pibes, no solamente un problema de conocimiento, como decir, biológico de la sexualidad. Es mucho más que eso. Es mucho más que el conocimiento biológico de la sexualidad. Tiene que ver con una postura de una relación entre las personas de solidaridad, de respeto, de rechazo a la agresión y la violencia contra la mujer, contra la niñez. A través de la ESI, sobre todo de la educación inicial, se descubren muchísimos abusos intrafamiliares. Esto es así, el que no lo quiere ver es porque no lo quiere ver, pero es así. Hay estadística de sobra. A mí me parece importante que tengamos una ESI en la cual participen muy activamente los pibes y las pibas.

Yo soy muy crítico de la ley actual. Ojo, no defiendo la ley actual, porque la ley actual tiene un punto que ‘hecha la ley, hecha trampa’. Un artículo permite que cada institución pueda dar la ESI de acuerdo a su creencia. Y como en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, casi la mitad o más de la mitad de la educación media está en manos de sectores privados, vos vas a tener que en muchos colegios la ESI es una ESI no científica. Una ESI que, por ejemplo, ni siquiera promueve algo tan básico como el uso del preservativo.

Todavía no había ESI cuando yo iba a la escuela secundaria. Pero yo fui a un colegio secundario católico, en Escalada, Lanús. Cuando te venían a dar la charla de educación sexual, el único método anticonceptivo que se promovía era el de los días. La gente sacaba la cuenta, no sabía cuándo podía tener relaciones o cuándo no, y eso facilitaba todo tipo de embarazos no deseados, aparte de enfermedades de transmisión sexual. ¿Y por qué? Porque el preservativo se consideraba un método abortivo. Yo no quiero que se enseñe eso. A mí me parece que el Estado no puede delegar en una institución que tiene creencias específicas, pero que no tiene un basamento científico, la forma en que los chicos van a recibir determinada educación. Y los pibes mismos no deben delegar en el Estado cómo es esa educación, tienen que participar democráticamente. No es alguna ciencia exacta, pero tiene una participación colectiva de que se organicen los estudiantes, los docentes. Por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires, hay una gran incertidumbre sobre el tema de la ESI. Hay poca formación. Se le pide a los docentes muchas cosas sin que se den los instrumentos adecuados. Entonces, ¿qué pasa? Yo quiero hacer un posgrado de ESI. Como es una sola institución y hay poca matrícula, todo el tiempo quedan un montón de docentes que quieren hacer el curso de ESI y no lo pueden hacer. Y, sin embargo, tienen que dar una materia para la cual no tienen los instrumentos necesarios. La ESI tiene que ser laica, tiene que ser científica, pero por sobre todas cosas democrática, con la participación de toda la comunidad y no una bajada de línea, ni una institución clerical particular ni tampoco del propio Estado, que de acuerdo a quien gobierna, le va a dar determinada orientación. Hoy gobierna Milei y te puede decir cualquier barbaridad.

En esta edición, La Entrevista Informal contó con el apoyo de UNICEF

— Mora: Ahora desde algunos sectores se pretende eliminar la figura del feminicidio del Código Penal y queríamos saber cuál es tu posición frente a este tema.

— No, estoy en contra. Hay una cosa muy llamativa del argumento que dan. Que el femicidio ha sido un privilegio de las mujeres. Porque si, por ejemplo, en el caso de un femicidio, lo que habría es una especie de homicidio agravado. Dicen: “Si vos matás a un hombre, tenés quince años. Si matás a una mujer, tenés veinte años. Entonces, es un privilegio de las mujeres, porque si las matan tienen más pena”. Es una cosa muy llamativa la presentación del tema, porque femicidio no es que se asesine una mujer. Si, por ejemplo, un ladrón entra a un banco, dispara a mansalva y mata a una mujer o mata a un hombre, es aleatorio. No es que se quiso matar a una mujer. Se habla de femicidio cuando el asesinato tiene que ver con su condición de mujer. No vale para cualquier asesino. Un accidente de tránsito no es un femicidio si la víctima de ese accidente de tránsito es una mujer. Cuando uno ve las estadísticas de la violencia intrafamiliar, surge de una manera muy nítida que, en general, las víctimas son mujeres y los victimarios son hombres. Hay muchas excepciones, pero en general es así.

Acá un tema es el siguiente: la idea que todos tenemos iguales ante la ley está mal. Porque la igualdad, cuando hay una desigualdad real, mantiene la desigualdad. La idea que dicen los mileistas es: Acá somos todos iguales. Y si hay, por ejemplo, una modificación en el código penal que agrava una pena, se habla de una desigualdad a favor de uno, en contra de otro. Llamativamente, ellos defienden la igualdad cuando nunca defienden la igualdad, no la defienden para nada, solamente en ese tipo de casos. Y yo en esos casos no defiendo la igualdad, porque una norma igual para casos desiguales mantiene la desigualdad real.

Vos lo que tenés que tener, desde todo punto de vista, en una política pública, es atacar la realidad tal cual es, no mantener la idea -que no se corrobora en la práctica- de que somos todos iguales. No somos todos iguales. Vale en la relación entre el hombre y la mujer, entre la niñez y los adultos, entre el obrero y el capitalista. En el fondo lo que hay es un enorme ataque a la mujer.

— Elías: Te quería preguntar, este año que debuta como método la Boleta Única Papel, si pensabas que era algo positivo tanto para los ciudadanos como para el sistema político.

— Veremos, como todavía no debutó. No hay que anticiparse. Puede estar bien, pero no cambia sustancialmente. El otro día lo ví en un videito a Hugo Alconada Mon. Estaba contando que para ser presidente se requiere doscientos millones de dólares, mínimo. Sin eso no empezás a hablar. En principio es poco. Mínimo, doscientos palos verdes, no en moneda nacional. ¿Cómo los consiguen los candidatos? ¿De dónde sacan la plata? Y acá aplica “dime quién te financia y te diré para quién gobernarás”. No es un financiamiento público que está registrado en la contabilidad de los partidos que se presentan frente a la justicia electoral. Entonces, la boleta no creo que cambie el carácter particular que tiene el régimen electoral y político del país.

Demos un ejemplo. Milei acaba de resolver, mediante un decreto, que la minería no pague retenciones en una serie de exportaciones. Por ejemplo, la exportación de cobre. Si yo soy una minera que voy a exportar cobre, digo: “Che, escuchame, ¿cuánto querés para la campaña?”. Porque poner plata en ese candidato es una inversión, ¿se entiende? Porque va a tomar una política pública que incrementa mi beneficio de una manera muy nítida. Eso apliquenlo a cualquier ejemplo. Si yo quiero tener trabajadores sin derecho a la indemnización, a la jubilación, a las vacaciones, a las horas extras, es decir, la reforma laboral. Buenísimo, me conviene. ¿Cuánto querés para la campaña? Y esto en el mejor de los casos. Después aparece el dinero narco, aparece otro tipo de cuestiones todavía más turbias. Acá no estoy yendo a lo más turbio, estoy yendo a las cosas más comunes que pasan todos los días. Entonces, la boleta única, como método de transparencia de un proceso electoral, puede colaborar, pero en tan pequeña proporción que no me parece que altere el carácter de clase del proceso electoral.

— Maia: Hablando de inseguridad, ¿cuáles son las medidas específicas que piensa implementar para mejorar la seguridad y reducir el delito? ¿Cómo piensa garantizarlas?

— La seguridad es un tema de campaña que muchas veces se utiliza o se agita de una manera que obviamente no ha dado ningún resultado, porque las cifras de seguridad crecen y todo el mundo habla de temas de seguridad. Pero yo te quiero dar un ejemplo, que a mí me parece que hay que hablar las cosas claramente. El otro día un periodista vio el ingreso de un grupo de encapuchados al acto de Milei, que eran un montón. Y todos los medios que estaban presentes lo detectaron porque era muy llamativo. Es decir, están cien tipos encapuchados. Decís: che, ¿qué pasa acá? No hay habitualmente cien tipos encapuchados. Este periodista dijo: bueno, ¿quién es cada uno? Entonces, este es sutanito, este es menganito. Todos los que estaban ahí encapuchados eran barrabravas. Este tiene proceso por intento de asesinato; este, salidas bancarias.

En el acto de Loma de Zamora de mileismo, Espert se fue en una moto, que fue algo que salió por muchos lados. Se descubrió que quien manejaba la moto era también un barrabrava de un club que está elevado a juicio. Y esto vale para todos los partidos que han gobernado Argentina. El problema del delito no es el pibe que está en una esquina que roba a uno que pasó. Cuando ves la estructura del delito, es una estructura de clase. Arriba está la política y la justicia, los bancos que lavan la guita del narcotráfico. Y el pibe que te puede afanar en una esquina es, a la vez, victimario y víctima de la situación. Victimario porque te robó a vos, pero también es una víctima del sistema.

Nuestra propuesta es atacar a lo de arriba del delito, porque el pez se pudre por la cabeza, no por la cola. Entonces, en la cabeza está el problema del delito. Tenemos que tener un poder judicial distinto, que sea electo y revocable por el pueblo. ¿Ustedes piensan que la policía bonaerense no es la principal organización delictiva de la Argentina? Me hago cargo, puede sonar duro, pero lo sabe cualquier persona que vive en un barrio de la provincia de Buenos Aires, que sabe que el búnker que está ahí lo conoce todo el barrio y, sin embargo, vos vas a cualquier barrio y decís: Che, ¿dónde, dónde venden droga? Acá a la vuelta. Lo saben todos. Si lo saben todos, lo sabe la policía. La policía pasa. ¿Y qué hace cuando pasa? Se lleva el sobrecito de la coima. Entonces, ahí tenemos el problema del delito.

Obviamente que después se requiere una política de rescate de los pibes, de educación, de centro de rehabilitación… Yo estuve en Rosario muchas veces… Madres completamente desesperadas porque no tienen forma de sacar a sus pibes de ser soldaditos de los grupos narco.Y no saben cómo mantener esa situación porque no tienen plata para pagarle el viaje al colegio. Los narcos aparecen cumpliendo, entre todas las comillas de caso, una función social. Le dan un laburo al pibe de la esquina. Pero para que ese narco haga eso, ¿cómo llegó la droga a Rosario? Entró por Salta, por la ruta treinta y cuatro. ¿Y cómo pasó la frontera? ¿Cómo recorrió mil kilómetros hasta Rosario? ¿O es el pibe el culpable de todo eso? ¿No hubo una gendarmería que dejó pasar? ¿No hubo gobiernos provinciales que miraban por otro lado? ¿No hubo jueces que se hicieron los giles? Si no vamos a eso, todo lo que se dice fracasa. Y fracasa siempre porque gobiernan los que están amparando la red delictiva. Es así.

— Theo: Volviendo con la pregunta anterior, queríamos preguntarte sobre la baja de edad de imputabilidad. ¿Cuál es tu opinión al respecto de que se baje de dieciséis a catorce años?

— La deben deducir de lo que acabo de decir. No, estoy en contra. Mañana la bajamos a catorce. Okey. ¿Y después la bajamos a doce? ¿Y después la bajamos a once? ¿Dónde ponemos el límite? ¿Alguien piensa que un pibe de catorce años está leyendo el Código Penal? Dice: «Che, a ver, dame el Boletín Oficial, la reglamentación de la ley que se acaba de aprobar en el Congreso, a ver si salgo a robar o no». Es insensato pensar de ese modo. Es faltarle el respeto al sentido común.

Esto de Rosario. Un día tuve una conversación, estaba en un barrio, en la casa de una compañera del pueblo obrero. Estábamos ahí charlando y había muchas madres. Todas muy preocupadas por sus hijos. Rechazaban bajar la edad de imputabilidad porque decían: «Che, van a meter en cana a mi hijo». Sabían que sus hijos estaban en una actividad que encuadra como una actividad delictiva si uno sigue el Código Penal. Pero ellos iban a buscar todo el tiempo algún tipo de ayuda y no la recibían. Entonces, la única respuesta del Estado para los pibes es que lo van a meter en cana. Y cuando entran en cana, ¿qué pasa dentro de las cárceles? ¿Qué va a pasar con un pibe que entra en cana a los catorce años, cuando salga de la cárcel?

Cuando voy a la cancha, tengo que mostrar mi documento para ver si tenes derecho de admisión. Hagan eso en los actos de Milei. A ver quién puede entrar, son todos barrabravas. Entonces, ahí está el problema. Pasa por criminalizar a la juventud. Yo quiero un país en el que el pibe vaya al colegio, no que vaya preso.

— Abril: Teniendo en cuenta todos los cambios globales que se ven en el mercado laboral, ¿qué propuestas se te ocurren para asegurar que los jóvenes en el futuro puedan acceder a trabajos de calidad?

— Para que puedan acceder a un trabajo de calidad, tiene que haber trabajo de calidad. No es un problema principalmente educativo. En general, la fuerza de trabajo argentina está sobrecalificada relativamente. ¿Qué significa relativamente? Relativamente a los puestos de trabajo que existen. Es decir, un pibe que, por ejemplo, tiene secundario completo, reparte hamburguesas en una bicicleta. Esto se puede hacer con primaria completa, porque no hace falta tener secundario completo. La educación se va descalificando en la Argentina porque se descalifica el mercado de trabajo. Y vos tenés una economía uberizada. Cada vez más precaria, con menos derechos.

Entonces, para asegurar que haya acceso a puestos de trabajo de calidad, tienen que existir esos puestos de trabajo de calidad. A mí no me gusta que el problema sea la educación como punto de partida, porque pareciera que vos no tenés el trabajo de calidad por tu culpa. ¿Cuál es el metamensaje? Vos no tenés un trabajo de calidad por culpa tuya, porque no te calificaste. Si te hubieses calificado, sí. ¡Mentira! Alguien tiene un universitario incompleto y estaba repartiendo hamburguesas. Entonces, el problema acá está en qué ofrece el sistema social y económico, a la juventud.

Un sistema que crea puestos de trabajo de calidad va a dar los medios para formar la mano de obra necesaria para eso. Por ejemplo, Argentina creó la UTN cuando se creó la industria. Si yo no tenía industria, ¿para qué voy a tener UTN? Imaginen, ¿para qué voy a tener ingenieros si no tengo industria? Cuando quise tener industria, formé la UTN. Ahora, cuando mañana no quiero tener industria, cierro la UTN. Hay que poner el eje en quién produce la oferta de puestos de trabajo, no en la demanda de trabajo.No se hagan cargo, como juventud, que el problema lo tiene uno. Es una salida colectiva.

El candidato del FIT estuvo en los estudios de Infobae (fotos Maximiliano Luna)

— Lautaro: Creo que es importante tirar a la mesa la temática de salud mental. Desde la pandemia han crecido los casos de depresión, de ansiedad. También hay mucha adicción en la juventud de hoy en día en el fútbol y en otros tipos de entretenimiento. ¿Qué propuestas tenés desde tu postura?

— Es el gran tema del momento en Argentina y en el mundo. El problema de salud mental es un problema social, no individual. Uno lo vive individualmente, cada persona con cada familia, pero es un problema social. Ya no se trata de una persona que tiene esquizofrenia y termina internada de por vida en un hospital neuropsiquiátrico, Hoy el problema de salud mental es más complejo. Depresiones, ansiedad, adicciones, suicidio adolescente, violencia intrafamiliar, abusos. Todo eso entra en la problemática de la salud mental de una sociedad que no ofrece certezas para nadie y muchísimas incertezas. No sé de qué voy a laburar, no sé si llego a fin de mes, no puedo darle de comer a mi familia.

Hay un libro que se llama “Los suicidas del fin del mundo” de Leila Guerriero. Ese libro retrata una experiencia en un pueblo que se llama Las Heras, un pueblo petrolero muy cerquita de Caleta Olivia, creo que está a cincuenta kilómetros. Y el pueblo retrata una ola de suicidios. Y no lo pude terminar porque me afectó tanto… Yo venía en el avión leyéndolo y yo leo rápido. Llegué a la mitad y dije: “No puedo leer más”. Y no me pasó, insisto, con ningún libro que leí en mi vida. Y leí muchos. Cuando vos ves ese problema, no podés decir: “Che, hay un problema de salud mental en Las Heras”. No, hay un problema de una desocupación masiva por el cierre de YPF, una sociedad que se queda sin futuro, la madre no puede darle de comer a los pibes y en ese cuadro se produce una ola de suicidios masivos. Hay un problema social. Hoy el problema de salud mental es un problema social. Después, las respuestas que hay del sistema son todas muy negativas. Por ejemplo, hoy todos los gobiernos quieren modificar la ley de salud mental de una manera que yo no comparto. Porque hay una ley de salud mental nacional y una ley de salud mental de la Ciudad de Buenos Aires. En general son leyes que considero progresivas, que van en el sentido de terminar con la manicomialización, la internación compulsiva y eterna de la gente. Yo he ido muchas veces al Borda a recorrerlo, al Moyano, y hay gente que está internada hace cuarenta, cincuenta años. Son depósitos de pobres.

Necesitamos una salud mental que dé cuenta de toda esta complejidad. Y, por lo tanto, que sea progresiva, que permita terminar con los manicomios, que dé otro tipo de instrumentos. Las obras sociales mismas. Si uno tiene una obra social, vamos a lo más básico: te dan ocho sesiones por año. ¿En dónde está dicho que vos necesitas 8, 17 o 24? Eso no puede estar preestablecido por un nomenclador. Eso dependerá de cada caso particular, de acuerdo a lo que lo viva la propia persona y también el profesional que lo atiende.

Entonces, es inversión pública. Pero de fondo, yo quiero plantear que el problema de salud mental es un problema de orden social. Yo soy más grande que ustedes, yo tengo 51; ustedes, 18, 20. Es una sociedad que está viendo la guerra nuevamente. Tenemos genocidios, guerras y, a la vez, inteligencia artificial. De fondo, yo pienso que lo mejor para la salud mental es el socialismo y terminar con el capitalismo. Es decir, la salida es colectiva. Y en el medio, no es que el socialismo va a terminar con el problema de salud mental, va a haber otros nuevos… Siempre va a haber problemas. Pero hoy tenemos un problema que tiene que ver con esta crisis de este régimen.

Y en la Ciudad de Buenos Aires pasó un hecho grave. A la gente que vivía en la calle, y vive en la calle se la empezó a internar en los hospitales neuropsiquiátricos diciendo que estaban en la calle por un tema de salud mental. Yo le digo lo siguiente: Cualquiera de los que estamos acá, cualquiera, si estuviésemos condenados a vivir en la calle por una situación socioeconómica difícil, tendríamos un tema de salud mental. No es que estamos en la calle porque tenemos un problema de salud mental. Como quedamos en la calle, se nos crea un problema de salud mental. La solución que ofreció el Gobierno era meterlos en el Borda y posteo del jefe de Gobierno diciendo: “¿Acá había alguien durmiendo? Ahora está limpio”. Es decir, que las personas son basura. Bueno, esos son los gobiernos que tenemos.

— Emilio: Me gustaría saber qué opinás sobre la inteligencia artificial y para qué la utilizarías.

— Yo soy partidario de todos los desarrollos tecnológicos. La culpa no la tiene la inteligencia artificial. Puede ser utilizada para que la gente viva bien o para crear drones que terminen armando guerras en el mundo. Nunca el problema está en los desarrollos tecnológicos, sino en el régimen social, qué utilidad le da. Ahora hablamos de la inteligencia artificial, pero la energía nuclear en su momento fue una revolución; se utilizó para dos bombas en Hiroshima y Nagasaki. Yo creo que demuestra la inteligencia artificial unas posibilidades de las personas o de la sociedad de prescindir en buena medida del trabajo, reducir significativamente la cantidad de trabajo directo, tener más tiempo para el esparcimiento, para la cultura, para el arte, para los deportes, para una vida social. Pero sin embargo, pasa lo contrario. En una sociedad como la que tenemos, termina siendo incertidumbre para la fuente de trabajo, Yo lo veo como una gran potencialidad para un régimen socialista. Pero en manos del capitalismo, es destructivo de la fuerza de trabajo.

— Clementina: Yo quería preguntarte qué decisiones, votos o posturas que tomaste en un pasado hoy cambiarías y qué aprendizaje te dejaron.

— Uf, qué pregunta. No sé, uno se equivoca todo el tiempo. Es inevitable y no hay que ser tampoco tan duro con uno mismo. Pero no creo que nunca haya ido en contra de los principios e intereses que yo creo defender. Después, uno lo puede hacer con más efectividad o con menos efectividad. Pero no creo que haya hecho nada en contra de mis convicciones. En general, en política no se trata de errores o aciertos, sino de los intereses que cada uno defiende. Entonces, lo que puede estar mal para uno está bien para otro. A ver si me explico bien. Yo no voto una reforma laboral que quiere el Gobierno. Para mí está mal. Otro la vota. ¿Quién está equivocado? Y, depende de qué interés se refleja cada uno. Si yo defiendo el interés del trabajador, estoy equivocado en votarla. Si defiendo el interés del patrón que quiere terminar con derechos laborales, el tipo este tiene razón en hacerlo.

— Lautaro: Quisiera llevarlo un poco más a lo que veníamos hablando al principio, de los recursos estratégicos. ¿Cuál es tu postura para promover la protección y su cuidado, desde el pensamiento del futuro que vamos a tener ambientalmente?

— El tema ambiental es otro problema de gran incertidumbre. Quien diga que el futuro es Vaca Muerta nos está diciendo que el futuro de la humanidad es sobre la base de combustibles fósiles. Y eso no es así. Vaca Muerta no dura de por vida. Hay análisis diversos, treinta años, cuarenta años, veinticinco años. Después, el tema del fracking es un tema muy controvertido. E incluso es un tema de contaminaciones ambientales fuertes por cómo es el método de extracción. Y el tema ambiental, aparte, se complejiza más todavía porque las empresas, para aumentar su beneficio, tienden a relajar todo lo que tiene que ver con inversión en cuestiones que le dé más seguridad a esa forma de hacerlo. Entonces, no hay controles como corresponde, y el Gobierno que lo tiene que controlar no lo hace porque quiere que se saque rápido el gas para poder exportar y tener dólares para pagar la deuda.

Con la minería pasa otro tanto. Por ejemplo, el futuro de Argentina, te dicen, es el litio. El litio es importante en el sentido de que, si vos querés una renovación energética, con el litio se hacen las baterías que permitirían prescindir de los combustibles fósiles. Pero también hay que ver cómo es el método de extracción, hay que ver cómo es compatible con el uso del agua, porque también el uso del agua requiere una intensidad que muchas veces va en detrimento de las poblaciones de los lugares que no tienen agua. Miren lo que le pasó a Bolivia. Me parece que se discute lamentablemente poco, pero yo lo tomo como algo ilustrativo. Bolivia tenía gas, pero lo exportó todo a Argentina y especialmente a Brasil. Pero Bolivia tenía mucho gas y los bolivianos no tenían gas en su casa. Había estabilidad económica, decían, porque entraban muchos dólares por la exportación de gas. Ahora se acabó el gas, Bolivia tiene inflación. El país fue saqueado desde el punto de vista de sus recursos naturales y ahora Bolivia vuelve a un cuadro de crisis enorme. Van a ver lo que es Bolivia en los próximos años. Lo van a ver, se quedó sin el gas, se quedó sin los dólares. Entonces, la idea que Argentina tiene futuro por Vaca Muerta, por la exportación de litio, no es así.

Si nosotros gobernamos, haríamos otra cosa. Tenés que industrializar el litio de Argentina. No se está planteando eso ¿Por qué no hacemos acuerdos con las empresas que quieren comprar el litio de transferencia de tecnología como condición? Vos tenés para negociar el hecho de que tenés la materia prima que otro no tiene.

Y después, si vamos más a fondo, ¿por qué no tenemos medios de transporte públicos? Donde vos tenés un auto eléctrico, en un medio de transporte público van cincuenta, no cada uno con su auto. El uso de energía de cincuenta autos es mucho más que un colectivo para cincuenta. Ni que hablar de un tren para cinco mil. Ahora, tenemos un sistema ferroviario hecho pelota y todo el mundo tiene un auto eléctrico. ¿Cuánto litio vamos a tener que sacar? Tenemos que tener una prioridad con el sistema público de transporte, en detrimento del uso del auto particular. Ahora te lo complejizo más. Yo, para tener un sistema público de transporte, no puedo tener countries en el cual la persona que vive en el country vive a ochenta kilómetros de su lugar de trabajo, bien escondido en un lugar para que nadie lo afane. Ni siquiera pasa el sistema público de colectivo. La falta de planificación económica deriva en un caos.

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Producción Periodística: Facundo Chaves y Lara Lukaszewicz

Postproducción: Nicolás Spalek y Cecilia Arizaga

Dirección de cámaras: Samuel Cejas y Diego Barbatto

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