El Gobierno sigue dominado por el caso Spagnuolo: respuesta limitada y sin señal para su propio público

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La Agencia de Discapacidad, foco de los audios sobre presuntas coimas

Las encuestas que, velozmente, comenzaron a medir reacciones sociales frente al caso Spagnuolo exponen una amplia gama de números negativos para el Gobierno y también uno que podría ser considerado al menos como un respiro por Olivos, aún bajo efectos del sacudón: una franja propia que descree de los audios del ex funcionario. Ese público fiel va más allá de la limitada reacción del oficialismo, que busca cerrar el tema como una operación de campaña. Y a pesar del cimbronazo, intenta reducirlo al uso político visible, sin entrar en la cuestión de fondo, es decir, el audio que habla de un circuito de corrupción en el área de discapacidad. Son muchas las inquietudes que alimentan tal cuidado: versiones sobre más grabaciones, otros involucrados, hasta algún video.

Resultó llamativo, insólito, el gesto presidencial de compartir en una red social el mensaje de la droguería Suizo Argentina, apuntada directamente en los audios que dispararon el caso. Está por verse si es el inicio de un giro, como fue insinuado, o un hecho fuera del plan básico definido frente a la conmoción inicial, que escaló públicamente y suma a la par las medidas motorizadas por el juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi. Esos movimientos -y sus posibles resultados- son seguidos con atención y con recelos apenas disimulados, pero las preocupaciones se extendieron con el correr de las horas.

El costo más evidente del caso y de su repercusión –muy amplia, según coinciden sondeos que acaban de ser difundidos y analizan consultores- es que golpea en la línea central del discurso: la batalla contra la “casta”. Ese impacto inicial podría medirse antes que nada en términos de pérdida de confiabilidad. Es un rubro difícil de sostener para todas las gestiones. El índice de confianza de la Universidad Di Tella -un trabajo siempre reconocido en medios políticos y económicos- ya había señalado un retroceso en la medición de la gestión de Milei.

El síntoma más notorio del impacto en el mileismo queda expuesto, precisamente, por la parálisis inicial y la escasa reacción posterior en este terreno. El caso Spagnuolo sigue dominando la política, empezando por el Gobierno, y sus estribaciones en otros terrenos es un interrogante. Por lo pronto, es significativa la desorientación o el silencio de los amplificadores de su discurso, con las redes sociales en primera línea.

Una encuesta que acaba de difundir la consultora Management & Fit incluye datos que le dan mayor dimensión a ese vacío de respuesta. Sobresale el registro del nivel del sacudón: muy amplio conocimiento del tema (94,5% de los consultados), alto registro sobre la gravedad del caso (73,2%) y fuerte demanda de una respuesta presidencial (81%). También anota un dato con doble lectura: casi el 60% expresa de diferente modo que lo que dice el audio es cierto, pero visto en espejo aparece un tercio que considera que no es verdad.

El Gobierno elude de diferente modo pronunciarse sobre el fondo de la cuestión: la descripción de un sistema de corrupción en la ANDIS. Y destaca lo obvio frente a una situación como ésta: las cargas desde la oposición, en campaña, algo que en el caso del kirchnerismo resulta patético. La mayor muestra fue dada por CFK. El punto es que resulta poco como estrategia frente a la magnitud de los hechos y menos, ante las versiones -muchas, originadas en las zonas oscuras de servicios- que hablan de más capítulos.

Javier Milei en el acto de LLA, en Junín. Busca retomar el clima de campaña

Con ese cortinado de fondo, no resulta extraño que hayan circulado desde el último fin de semana especulaciones sobre una falta de voluntad de combate en las redes sociales. Podría ser resultado directo de las limitaciones de discurso impuestas, pero no faltan señalamientos sobre el cuadro interno. Voceros del oficialismo niegan cualquier ingrediente doméstico. Es un tema especialmente sensible. Guillermo Francos se encargó incluso de desandar declaraciones que colocaban un foco sobre Victoria Villarruel.

Camino a las principales pruebas electorales que se vienen, el interrogante mayor es si esto puede afectar y, en todo caso, cuánto la intención de voto. Por supuesto, en el circuito de los consultores, nadie arriesgaría cifras terminantes. Asoma una franja que se dice dispuesta a reconsiderar su voto y no está claro cómo podría evolucionar, entre otras razones porque el caso en sí mismo está lejos de ser cerrado. Con un agregado, que es el modo en que corrió el foco político, al menos de momento, con reflejo en la campaña.

El oficialismo busca recuperar lo más rápido posible el ritmo -y sobre todo, el tono- electoral. Milei se muestra en Buenos Aires, cuando quedan por delante apenas diez días de campaña. El ruido propio tapa en parte los crujidos internos del peronismo/K, que sigue exponiendo la tensión entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof. Eso es algo que no estaba en el cálculo hasta hace apenas una semana.

El plan básico del mileismo combina entonces la acotada respuesta frente al vendaval de los audios y la necesidad de darle impulso final a la campaña bonaerense. Después del silencio de las primeras horas, Olivos se impuso un par de pasos de manual: mensajes medidos a cargo de su voz política, el jefe de Gabinete, seguidos por Lule y Martín Menem, y cargas para mezclar todo como parte de una ofensiva de “los de enfrente” para desestabilizar la gestión de Milei.

El Gobierno sigue con atención los pasos que se suceden en la investigación a cargo de Casanello. No es lo único, por supuesto. Se suman inquietudes en base a lo ya conocido y también versiones insistentes sobre ramificaciones. En el primer renglón, se anota la incertidumbre sobre lo que finalmente esté dispuesto a decir Spagnuolo ante la Justicia. Y la certeza sobre la existencia de más audios, no sólo por su contenido sino además por lo que indican: un “trabajo” en continuado.

Eso último nutre las especulaciones acerca de grabaciones de voz y hasta de algún video que podrían agravar el cuadro. Fuera de ese circuito, surgió la atención -y en algunos medios políticos, realimentó interés previo- sobre contratos con la misma droguería en otras áreas del Estado -Salud y Defensa, señalan-, incluido al menos uno de logística.

El tema se extiende y no lo hace en soledad. El Congreso refleja en parte casos que se suceden y exponen cruces políticos. Después de meses, volvió a escena el criptogate. No hay avances para investigar la tragedia del fentanilo. Y ahora impacta el caso Spagnuolo.

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