El peronismo bonaerense no logra cicatrizar las heridas que dejó el cierre de listas. El gobernador Axel Kicillof se mostró en los primeros días de campaña, una vez definidos los candidatos, junto a los intendentes que lo apoyan y lejos de La Cámpora. Hay una desconfianza de base, pero sobre todo una crisis contenida apenas disimulada.
Las diferencias entre el Movimiento Derecho al Futuro (MDF), la creación del mandatario bonaerense para emanciparse del tutelaje K, y la dirigencia camporista quedaron expuestas en la estructuración de las candidaturas. Los intendentes que apoyaron el proyecto rupturista vivieron el final de esa “rosca” con decepción.
Hay una reversión del viejo refrán peronista: “Nos cagaron, entraron ellos solos”, comentó uno de los operadores que trabajaron en el accidentado cierre de listas. Es una reacción amarga ante el desbalance en el reparto. De 29 lugares con chances de ingresar a la Legislatura, 14 quedaron para los dirigentes que reportan a San José 1111 y el resto se distribuyó entre el kicillofismo y el massismo.
Kicillof retuvo las dos cabezas de playa que tiene el peronismo para competir con los libertarios. La Primera y la Tercera Sección Electoral, que reúnen 10 millones de votos, el 70% del padrón. Estarán encabezadas por la vicegobernadora Verónica Magario y el ministro Gabriel Katopodis. Cristina Kirchner aceptó esa disidencia. Pero en las otras dos que concentran dos millones de votos, la Quinta y la Octava, ubicó a dos de los suyos: Fernanda Raverta y Ariel Archanco. En total, fue 5 para La Cámpora, 2 para el MDF y 1 para el peronista Alejandra Dichiara (Sexta).
Esa aritmética política es el telón de fondo que explica los primeros pasos de ambos sectores. El gobernador inició la campaña con sus escuderos en la interna, sin menciones a CFK ni al eslogan “Cristina Libre” y plantando un discurso confrontativo con Javier Milei. Es parte de un libreto y, también, lo que le pide la escena. Es que La Libertad Avanza ya decidió que el gobernador y su gestión serán los blancos móviles a demoler hasta las elecciones del 7 de septiembre.
La reacción de La Cámpora estuvo a cargo de los dos lugartenientes de Máximo Kirchner, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, y el presidente del bloque de diputados provinciales, Facundo Tignanelli. Hablaron en el canal de streaming LaCa y tiraron una cal y una de arena. Pidieron bajar la intensidad de la interna, elogiaron que Magario encabece la Tercera, pero le recordaron a Kicillof cada una de sus disidencias.
Los dos serán candidatos por esa estratégica sección electoral -son el segundo y la tercera en el orden de la lista- y ninguno fue convocado a los actos que el gobernador encabezó en Almirante Brown y en Berazategui, el martes y el miércoles.
“En las negociaciones, se manifestó que el gobernador se sentía con la facultad de conformar las listas. Cristina planteó criterios; por ejemplo, lo de las testimoniales. No está bueno eso y no se tuvo en cuenta. Desde la estrategia electoral del desdoblamiento hasta la última discusión, la decisión sí estuvo en manos del gobernador”, expresó la intendenta Mendoza. Es una frase con verdades a medias.
Efectivamente, Kicillof resistió la embestida hasta el último momento para unificar las elecciones con las nacionales y logró imponer candidatos que no asumirán sus cargos. Pero el gobernador perdió el control de la conformación final de las listas. Tanto que ordenó armar listas espejo, con sus nombres, que fueron bajadas después de algún que otro conato de boxeo entre los negociadores. Literal.
En el acto del miércoles, en Berazategui, con Magario y el intendente Juan José Mussi, uno de los candidatos testimoniales, el gobernador expuso el desafío que tiene el peronismo. Y pese a los pedidos de La Cámpora, por segunda evitó mencionar el eslogan de “Cristina Libre”.
“Estas viviendas son un ejemplo de que, por más difícil que esté la situación, si trabajamos en unidad, con prioridades claras, al final del camino hay una provincia mejor, con más dignidad”. “Tenemos un instrumento para sumar fuerza y frenar a Milei: una boleta que dice Fuerza Patria y que el 7 de septiembre servirá para defender el derecho a la vivienda, a la producción y la salud”.
Fue una expresión de deseos, una voluntad, ante el riesgo de una ruptura en plena campaña electoral.