Abren una lata de salmón caducada 50 años después y la sorpresa es absoluta: “Es una señal de que el pescado proviene de un ecosistema saludable”

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Abren una lata de salmón caducado 50 años después y la sorpresa es absoluta (Freepik)

Un hallazgo fortuito en una colección olvidada de latas de salmón caducado ha revelado datos insólitos sobre la ecología marina de Alaska. Un estudio publicado en abril de 2024 en la revista Ecology and Evolution ha puesto de relieve como estos productos, almacenados originalmente para controles de calidad, han terminado convirtiéndose en un archivo ecológico de gran valor científico.

Los protagonistas del estudio, 178 latas de salmón procesadas entre 1979 y 2021, pertenecen a cuatro especies diferentes: chum (Oncorhynchus keta), coho (Oncorhynchus kisutch), rosa (Oncorhynchus gorbuscha) y rojo (Oncorhynchus nerka). Estas conservas, procedentes del golfo de Alaska y la bahía de Bristol, han permitido a los investigadores de la Universidad de Washington examinar la evolución de parásitos marinos durante más de cuatro décadas.

Durante el análisis, el equipo liderado por Natalie Mastick y Chelsea Wood encontró gusanos anisákidos, parásitos marinos de aproximadamente un centímetro de longitud, perfectamente conservados en el interior de las latas. Lejos de ser un signo alarmante, los expertos subrayan su valor como indicadores biológicos. “La presencia de anisákidos es una señal de que el pescado que tienes en tu plato proviene de un ecosistema saludable”, explica Chelsea Wood.

Estos parásitos pueden revelar cambios sutiles en los ecosistemas marinos

El estudio de un anisaki en una lata de salmón ha sido enriquecedor (Wikimedia Commons)

Tal y como se explica en el estudio, los anisákidos desempeñan un papel esencial en la cadena alimentaria marina. Primero son ingeridos por el krill, luego por especies mayores como el salmón y, finalmente, completan su ciclo vital en los intestinos de mamíferos marinos. Por eso, su presencia y evolución pueden revelar cambios sutiles, y a menudo invisibles, en la salud de los ecosistemas marinos.

El proceso de enlatado, pese a degradar los parásitos, no impidió a los científicos estimar la cantidad de gusanos por gramo de salmón. Esta técnica les permitió trazar una evolución temporal de las poblaciones parasitarias. En palabras de la investigación, “los parásitos marinos conservados en salmón enlatado ofrecen una visión fascinante de la ecología marina de Alaska durante 40 años”.

Los resultados arrojan tendencias notables: se detectó un aumento de anisákidos en las muestras de salmón, chum y rosa a lo largo del tiempo. Según Mastick, “este aumento podría indicar un ecosistema estable o en recuperación, con suficientes huéspedes adecuados para los anisákidos”. En contraste, los niveles en el salmón coho y rojo se mantuvieron estables, lo que sugiere posibles diferencias en las relaciones ecológicas entre parásitos y especies de hospedadores. Asimismo, esta cuestión plantea nuevas preguntas sobre la dinámica interna de los ecosistemas y hace que el equipo comience a considerar ue ciertas especies de anisákidos podrían tener preferencia por tipos específicos de salmón.

Además, lo que en su día fue una simple reserva de salmón destinada al control de calidad, hoy proporciona pistas clave sobre la evolución de los ecosistemas y el impacto del cambio climático en la biodiversidad marina: “Este descubrimiento inesperado demuestra que la ciencia a veces puede encontrar tesoros de información en los lugares más inesperados”, finalizan las expertas. El equipo, tal y como explica un artículo de Futura, espera poder continuar su estudio en tres investigaciones: la evolución de los ecosistemas a lo largo de extensos periodos, el impacto del cambio climático en las poblaciones marinas y comprender las interacciones entre parásitos, peces y mamíferos.

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