Rossi, uno de los argentinos que elegirá al papa, teme que se revierta el legado de Francisco: “Espero que sea más fuerte la sensatez”

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ROMA.- El cardenal Ángel Sixto Rossi, de 66 años, es uno de los cuatro cardenales argentinos que el próximo miércoles por la tarde ingresará a la Capilla Sixtina para elegir al sucesor de Francisco. Estarán con él otros tres compatriotas: los cardenales Víctor Manuel “Tucho” Fernández, exprefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; Mario Poli, arzobispo emérito de Buenos Aires; y Vicente Bokalic, arzobispo de Santiago del Estero y primado de la Argentina.

Arzobispo de Córdoba y jesuita como el papa Francisco a quien conoció siendo muy joven, Rossi no oculta que está nervioso. “¡Qué calor! No entiendo cómo aguantan todas estas telas, en las ceremonias se me cae la mitra, se me cae una cosa, se me cae lo otro”, confiesa, riendo. Además, se ha vuelto famoso por su graciosa frase “¿Papa yo? ¡Sí, papa frita!”, reconoce, mostrando una viñeta que surgió en las redes sociales con esa expresión, que guarda en su celular (que casi no utiliza).

La llegada de Rossi hoy al Vaticano

Creador en 1992 de la Fundación Manos Abiertas que brinda ayuda a las personas más pobres y vulnerables en diferentes centros de asistencia social, ubicados en diez ciudades de la Argentina, Rossi compartió con Jorge Bergoglio ocho años bajo el mismo techo, primero en el Colegio Máximo de San Miguel y luego en la Iglesia de El Salvador.

A punto de elegir ahora a su sucesor, en una entrevista con LA NACION admitió que va a ser una elección compleja ya que “hay pensamientos distintos” entre los cardenales y que la posibilidad de una vuelta atrás existe. Aunque se mostró optimista y se auguró que “sea más fuerte el sentido común y la sensatez” entre los cardenales electores.

Ángel Sixto Rossi recibe su birreta de manos del papa Francisco

“Creo que hoy el espíritu en general es que hay que tomar la posta sin perder la individualidad, porque el que venga no tiene por qué ser un Francisco ¿no? Pero sí hacerse cargo”, dijo. Y auspició “una Iglesia no cortesana sino servidora” y un candidato que no le tenga miedo “al sueño grande”.

-Usted fue novicio del entonces joven provincial de los jesuitas, Jorge Bergoglio: ¿cómo está viviendo este momento?

-Es una figura tan fuerte, tan cercano, tan paternal, que por supuesto, hay una dimensión de orfandad innegable… Cuando uno se distrae, te olvidás, pero después uno piensa en tantas cosas vividas, cada vez que te acordás de eso te das cuenta que no va a estar. Incluso muchas cosas que por estar cerca, uno tiene el privilegio de estar, de poder llamar, de pedir consejo, de que te consuele cuando uno estaba mal… Cosas que son impensables. Y que uno sabe que bueno, ahora será desde el cielo. Pero claro, estamos de este lado todavía nosotros. Entonces nos cuesta, sí. Esa experiencia es innegable y te visita varias veces al día…

-La última jugada sorpresa que el papa Francisco le hizo fue cuando lo designó cardenal, en su noveno y penúltimo consistorio, en septiembre de 2023…

-Me enteré del nombramiento entrando a una misa. Tenía una misa de la radio y un feligrés se para y me dice ‘lo felicito, el Papa lo ha hecho cardenal’. Yo me voy al sínodo, le digo, pero no tiene nada que ver con ser cardenal. ‘Lo acabo de escuchar hace 15 minutos en la Plaza de San Pedro’.

-Como era su estilo, no le había avisado…

-No, nada. Absolutamente. Entonces me fui a la sacristía a ver si había algo. Y había un saludo del obispo de Chaco. Y dije ‘sonamos, estamos para el horno’ (risa nerviosa)

-Bueno, ahora ya está casi en el horno. ¿Qué clima se está viviendo en las congregaciones generales?

-Un clima de respeto diría. No te das cuenta que hay pensamientos distintos, pero es un clima sano.

El cardenal Ángel Sixto Rossi

-Como siempre se filtran cosas, supimos que hubo un fuerte ataque de alguien en quien el Papa confió mucho, que lo hizo cardenal, que lo hizo prefecto de un dicasterio y que salió a decir que básicamente hay que volver atrás (el cardenal Beniamino Stella, considerado uno de los estrategas de la campaña por el cardenal Pietro Parolin) ¿Piensa que hay posibilidades de una vuelta atrás?

-Posibilidad puede haber, supongo, y espero y deseo que no y que sea más fuerte el sentido común y la sensatez. Y sobre todo el darnos cuenta de que hay todo un camino abierto, varios caminos abiertos, que los ha abierto Francisco y que bueno, que es casi de sentido común seguirle el tranco… Este pendular sería muy triste y creo que no va a suceder (la vuelta atrás) porque uno se pone a sumar y creo que hoy el espíritu en general es que hay que tomar la posta sin perder la individualidad, porque el que venga no tiene por qué ser un Francisco ¿no? Pero sí hacerse cargo. Digamos, aprovechar el camino que abrió él para seguir creciendo en diálogo, en escucha, en una Iglesia no cortesana, sino servidora. En fin, de un camino de sinodalidad donde no somos patrones de estancia, sino que caminamos con nuestra gente para poder juntos discernir qué es lo que más conviene sin perder la autoridad. O sea, el Papa decía a veces que nos toca ir adelante del rebaño, otras veces estar al medio para escucharlos y otras veces hacia atrás para ver por dónde Dios va guiando a su pueblo.

-¿Qué cualidades para usted tiene que tener el sucesor, no de Francisco, como dicen todos, sino de San Pedro?

-No, yo digo, en cambio, el sucesor de Francisco, sucesor de Pedro. Los que dicen eso es que no les gusta: votaremos por el sucesor de Francisco, que fue Pedro. ¿Qué cualidades? Diría sentido de la misericordia. Me parece que es esencial. Si yo tuviera que elegir un solo sustantivo del pontificado de Francisco, creo que la misericordia es la que le gana a todas. Y después una caridad exquisita, en aquel lema ignaciano que se dice que usaba mucho el mismo papa Francisco: no tener miedo al sueño grande. No sueño según el mundo, sino según el Reino, según el Evangelio. No tener miedo al sueño grande, y a la vez, cuidar el pequeño detalle. Signo es de Dios esto: la mirada grande amplía el sueño grande, y a la vez también el pequeño detalle. Bueno, yo creo que sería lindo que el que venga se anime también a eso y se anime a vivir el Evangelio. Además, yo creo que la parte revolucionaria de Francisco es simplemente volver al Evangelio, lo cual, digamos, alivia a los buenos, los sencillos lo disfrutan, y los mediocres lo sufren. Y los que no les gusta, los combaten.

-Después de 47 años, los italianos parece que están presionando para volver a un papa italiano…

-Que venga chino, italiano, de Finlandia: el punto no es un problema geográfico del mapa, sino del corazón. Así que a mí no me importa de dónde viene, sino cómo sea el corazón, no cómo es el mapa.

-Usted debe estar doblemente tranquilo: argentino y jesuita, así que con muy pocas chances…

-Totalmente tranquilo. Tres mil años no voy a durar… El próximo argentino y jesuita podría ser dentro de 3000 años y creo que no llego… Lo cual me da mucha libertad.

-¿Qué le pareció el sermón de ayer de su coterráneo cordobés, el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández, que habló de los “deshonestos” que malinterpretaron al papa Francisco en la Argentina?

-Excelente. Tucho es un hombre, diríamos, quizás, de los que la tienen más clara de todos. Justamente por eso, por tener el pensamiento muy a lo Francisco y muy de Dios, no es figura querible muchas veces…

-Ya falta poco para entrar en la Capilla Sixtina…

-Bueno, ahí vamos. Yo creo que es un tiempo lindo, creo que hay que tener esperanza. Finalmente, uno tiene que creer que el Espíritu Santo actúa por nosotros y a veces a pesar nuestro, también. Dios es más grande. Siempre recurrí al recurso, al Dios más grande: Dios es más grande que uno mismo. Dios es más grande que los conflictos, Dios es más grande que nuestros pecados. Dios es más grande. Es el recurso al Dios mayor que hace bien.

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