El curioso motivo por el que nadie se muda a la isla más remota del mundo

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En el planeta Tierra existen diversos sitios remotos a los que pocas personas acceden; uno de los más llamativos en este aspecto es una isla del Reino Unido. Si bien está ubicada a poco más de 10 kilómetros de ahí, la única manera de llegar es en barco. Se trata de la isla de Tristán da Cunha, la cual queda en el océano Atlántico Sur, a 2.787 kilómetros de Ciudad del Cabo y a 3.949 kilómetros de Mar del Plata.

Tristán da Cunha cuenta con 236 habitantes, según su página oficial. Se tratan de 10 familias que conocen de punta a punta este sitio y se adaptaron a una vida en uno de los lugares más remotos del mundo.

Vista aérea de Edimburgo de los Siete Mares, la capital de Tristán Da Cunha

Una de las grandes ventajas es la seguridad del lugar. “Podés dejar que los niños vayan a cualquier parte, quiero decir a cualquier parte. No cerramos la puerta con pestillo ni llave, dejamos las ventanas y las puertas abiertas. No hay cerraduras en absoluto”, indicó un lugareño en una entrevista para el documental de la BBC, Britain’s Treasure Islands (2016).

Lo curioso es que para vivir en este lugar debe haber una “conexión familiar” existente, entonces no cualquiera puede mudarse a esta isla tan remota. “No es posible inmigrar a Tristán a menos que ya se tenga un vínculo familiar con la isla. Incluso, en ese caso, existen ciertas restricciones para la residencia. No es posible comprar bienes inmuebles ni propiedades en las islas”, señalan desde la web oficial. Además, hay pocos trabajos disponibles para expatriados con contratos a plazo fijo, como, por ejemplo: médicos, asesor educativo y conservacionista.

Estos contratos generalmente duran dos años y son trabajos profesionales. Las personas que quieran aplicar a estas ofertas de empleo deben gozar de buena salud, hablar inglés y contar con las cualificaciones requeridas.

Como si esto fuera poco, los que quieran viajar a este lugar deberán hacerlo en barco, ya que es la única manera de llegar. La mayoría parten desde Sudáfrica y tardan casi una semana o más en llegar, siempre según cómo esté la meteorología. Solo si la niebla lo permite, se puede amarrar en su capital, Edimburgo de los Siete Mares. Desde la Argentina, el camino más rápido sería: volar a Sudáfrica y navegar siete días desde Ciudad del Cabo.

Cómo es vivir en Tristán Da Cunha

Tristán Da Cunha tiene un policía, un bar, un almacén y 236 residentes estables que viven sobre el eje de un volcán activo, el “1961″, bautizado así en alusión al año de su última erupción. El hielo que hay en su cumbre sirve como fuente de agua potable durante todo el año.

Los habitantes de esta isla producen alimentos, aunque también dependen de los cargueros internacionales. Cada seis semanas, reciben un barco que les provee de víveres para el supermercado, correspondencia, diarios y garrafas de gas, entre otras cosas.

Esta isla fue alguna vez un punto de referencia para los buques que transitaban las rutas comerciales entre Europa y el Océano Índico. La BBC cuenta que fue descubierta en 1506 por el navegante portugués Tristao Da Cunha, de ahí su nombre. Sin embargo, durante más de 100 años, permaneció deshabitada.

Edimburgo de los Siete Mares, el único asentamiento de la isla

Sus primeros pobladores llegaron en 1816, con la ocupación británica. Eran todos hombres. Tres años después, cuando Londres decidió levantar la base, tres marinos resolvieron permanecer en la isla. Las primeras mujeres llegarían poco después, desde la isla de Santa Elena, el territorio habitado más cercano, a 2.431 kilómetros de distancia (mundialmente conocida por haber sido el lugar donde fue exiliado y donde murió Napoleón Bonaparte, en 1821). Así comenzó a poblarse Tristán Da Cunha.

En 1875, las islas fueron declaradas parte del Imperio Británico, y en 1950, Inglaterra envió al primer “administrador”, figura que se mantiene hasta hoy como la principal autoridad.

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